Una yanqui de 30 años padece un trastorno que hace que las personas sanas crean que están destinadas a ser discapacitadas. Desde pequeña fantaseaba con perder la vista y años después decidió tomar la drástica decisión. Su familia la repudió y el único que la apoyó fue su novio no vidente.
Jewel Shupin, de 30 años, vive en California del Norte y padece el trastorno de identidad de la integridad corporal o BIID (Body Integrity Identity Disorder), una condición en la que las personas sin discapacidad creen que están destinados a ser discapacitados. Por eso, su deseo de perder la vista era tan fuerte que se tiró un limpiador de cañerías en los ojos.
Su fascinación con la ceguera comenzó de chica. «Mi madre me encontraba caminando en los pasillos oscuros por la noche, cuando yo tenía tres o cuatro años», explica.
Cuando era pequeña, pasaba horas mirando directo al sol ya que se había enterado que esto podría dejarla ciega.
En 2006 decidió tomar medidas drásticas para lograr su sueño. Los médicos trataron de salvar su visión, contra sus deseos, pero fue imposible.
Shupin recibió el repudio de su familia, pero su novio ciego la apoyó.
La mujer asegura que no se arrepiente y sueña con ayudar a que otras personas ciegas vivan una vida independiente.
Agencias