En la región latinoamericana unos 30 millones de jóvenes, cerca de 22 por ciento del total, no estudian ni trabajan remuneradamente, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En el libro Juventud: Realidades y retos para un desarrollo con igualdad, expone que la mayoría de estos jóvenes, en especial las mujeres, se dedica a labores domésticas y tareas de cuidado.
En tanto, otra proporción se encuentra cesante o busca trabajo por primera vez y un porcentaje menor posee alguna discapacidad.
En América Latina y el Caribe viven cerca de 160 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años de edad, es decir un cuarto de los habitantes de la región.
Lo anterior, explicó, de acuerdo con el documento dado a conocer en el marco del Seminario internacional Inclusión social y juventud en América Latina y el Caribe que se celebra hasta este miércoles en San Salvador, El Salvador.
El estudio señala que esta situación no solo implica una importante desventaja en términos presentes y futuros para no caer en condición de pobreza, o para salir de ella, sino que también lleva consigo una etiqueta negativa que los estigmatiza.
El estigma se construye en torno a la idea de que los jóvenes que no están incorporados al sistema educativo o al mercado laboral son una población de riesgo que se asocia a problemas como la vagancia, la delincuencia, el abuso de alcohol y las drogas. La realidad es que este grupo de jóvenes es muy heterogéneo y, por esta razón, se hace necesario visibilizar su complejidad y diversidad de situaciones, además de los motivos de la exclusión. Esto permitiría identificar otros caminos de integración social que está siguiendo este grupo de la población juvenil, abundó.
Recordó un estudio de 2014, en el que señala que el grupo de jóvenes desvinculados del sistema educativo y del mercado laboral está constituido en su mayoría por mujeres (73,5%) y residentes de zonas urbanas (63,5%); las excepciones son Guatemala y Honduras, donde la mayoría de estos jóvenes viven en áreas rurales. A pesar de que las diferencias entre tramos etarios no son muy significativas, la mayoría de los jóvenes que no estudian ni se encuentran empleados tienen entre 20 y 24 años (37,5%) y este número disminuye en el tramo de 25 a 29 años (30,1%), lo que da cuenta de la característica dinámica y transitoria de la condición de actividad de los jóvenes.
El organismo de las Naciones Unidas subraya que la integración de este sector en los procesos de desarrollo es crucial para avanzar hacia sociedades más igualitarias.
Aunque los dos ejes principales de la inserción social de los jóvenes son la educación y el empleo, también se requieren políticas en materia de salud, violencia, participación política y acceso a la tecnología y la cultura, señala.
Según datos de la Cepal, cuatro de cada 10 jóvenes de 20 a 24 años no ha concluido la educación secundaria y sus tasas de desempleo son dos a tres veces mayores que las de la población adulta.
El libro entrega un panorama de la situación de los jóvenes en la región y hace recomendaciones de política bajo un enfoque de derechos. El documento busca ser un aporte para el fortalecimiento de las políticas de juventud de la región.
Aristegui Noticias