Londres es conocida por su perfil cosmopolita y su riqueza cultural y festiva, pero poco a poco va saliendo a la luz un aspecto más turbio de la ciudad: su nivel de contaminación, de los más altos de Europa.
Eddie Connor, un actor londinense de 41 años que padece asma aguda, lo conoce bien: «Empiezo a toser y me cuesta respirar. Como si me pusieran un plástico en la cara», explica a la AFP.
La culpable, en su opinión, es la contaminación y más concretamente las emanaciones de los motores diésel.
Algunos lugares del centro de Londres se encuentran entre los más contaminados de Europa, y las emisiones superan las normas de la Unión Europea (UE), incluso aunque la capital británica no esté peor calificada que París o Ámsterdam.
En 2010, más de 9.400 personas perdieron la vida en Londres por causas vinculadas con la contaminación, según un estudio del King’s College London (KCL) publicado en julio.
Las investigaciones han demostrado las consecuencias para la salud de dos elementos contaminantes presentes en las emisiones de diésel -el dióxido de nitrógeno (NO2) y las partículas finas (o PM2.5)-, y la insospechada amplitud del problema.
La mayoría de los vehículos vendidos en Reino Unido funcionan con diésel, que se consideraba más barato y menos perjudicial para el medio ambiente que la gasolina, por lo que el gobierno lo promocionaba en sus campañas para reducir las emisiones de dióxido de carbono.
Londres, Reino Unido | AFP