Adelma Simoes Madeira ajustó su tocado con plumas y respiró hondo antes de salir a la alfombra roja. Después de todo, esta incursión a los reflectores no era sólo acerca de ella. Madeira representaba a su gente.
Simoes Madeira, una joven de 16 años de los indígenas terena del centro de Brasil, con ojos grandes y una sonrisa aún más amplia, era una de más de 60 mujeres y jóvenes que participaban en el «desfile de la belleza indígena» en los Juegos Mundiales Indígenas de Brasil.
Sumamente delgadas o corpulentas, envueltas en pañuelos y faldas que les llegaban a los tobillos o con sólo una tanga y pintura corporal, encarnan los cánones de belleza de los primeros pobladores de Brasil y de otros países como Panamá y la Guyana Francesa.
Algunas de ellas se tomaban muy en serio el contoneo al caminar, moviendo las caderas al llegar al final de la pasarela y lanzando miradas provocativas que habrían enorgullecido a Gisele Bundchen. Otras se veían avergonzadas, casi acobardadas, mientras las cámaras las retrataban.
Los organizadores de los Juegos Indígenas hicieron énfasis en que no se trata de un concurso de belleza: ninguna reina fue coronada, ni se hizo una selección de finalistas. Más bien fue una celebración de características de los rostros, complexiones y adornos que frecuentemente son pasados por alto, señalaron.
El hecho de que el evento se haya llevado a cabo marcó una especie de hito, dijo la organizadora Tainara da Silva, también del pueblo terena del estado Mato Grosso do Sul en Brasil. Hace algunos años un desfile así habría sido impensable, agregó.
«Antes, los ancianos no querían mostrar a sus mujeres en público», dijo Silva, una agrónoma que hace tiempo comenzó a organizar concursos de belleza en la reserva donde vive. «Pero eso está cambiando. Ahora ven que esta es una forma de valorar nuestra cultura y tradiciones».
Aunque muchos brasileños ven a su país como una nación multicultural por excelencia, fruto de la mezcla entre negros, blancos y los pueblos autóctonos, los indígenas están ausentes en gran medida de la cultura popular del país.
Los negros han ganado terreno en los últimos años y ahora desempeñan papeles protagónicos en las exitosas telenovelas, anteriormente dominadas por los blancos, pero prácticamente no hay personajes interpretados por indígenas. Lo mismo puede decirse de las principales campañas publicitarias: ningún indígena a la vista.
Esta invisibilidad de los pueblos autóctonos fue lo que impulsó a Silva a promover las exhibiciones de belleza.
«Las agencias de modelaje carecen totalmente de interés en contratar a una mujer indígena, pero no tienen ningún problema en conseguir a una chica blanca y vestirla con ropa indígena tradicional», señaló Silva. «Eso realmente me molestó, y pensé: ‘Necesitamos mostrarles que nosotras también somos bellas»’.
Silva también ve los eventos como una oportunidad para educar al público brasileño acerca de la diversidad de los más de 300 grupos indígenas del país, que están desperdigados por toda esta enorme nación, aunque sus integrantes han disminuido desde la época precolombina y ahora forman menos del 0,5% de la población total de Brasil.
«La mayor parte del tiempo, la gente dice: ‘Mira, ahí está un indio’, sin siquiera percatarse de cuántos grupos indígenas hay», señaló Silva. «Quiero mostrar la riqueza de nuestra gente, cómo cada uno de nosotros es diferente y especial».
Las participantes también parecen considerar el caminar por la pasarela como una misión casi mesiánica.
«Me sentí muy orgullosa, mis padres se sintieron muy orgullosos y toda mi comunidad se sintió muy orgullosa», dijo Madeira, la belleza de pelo negro que representó a los terena en el desfile del fin de semana.
Ninguna de las participantes en los eventos que Silva ha organizado ha logrado obtener un contrato como modelo, pero ella espera que sea sólo cuestión de tiempo.
«Cuando era niña, mi sueño era convertirme en modelo», afirmó. «Como no pude convertir ese sueño en realidad, me encantaría ver que ocurra para alguna de ellas».
Los Juegos Mundiales Indígenas continuarán hasta el domingo.
PALMAS, Brasil (AP)