Todo comenzó con una tortura hacia un adolescente de 14 años y ahora se «coronó» con otra aberración en un caso que cada vez se torna más monstruoso.
La historia del chico al que quemaron en el Club Santafesino tomó un giro inesperado, ya que un policía de la Comisaría 12 fue acusado de tortura y vejámenes contra el profesor de canotaje detenido que marcó al muchacho con un hierro caliente.
El agente en cuestión fue separado de la fuerza de manera temporal. Esto se conoció durante la audiencia de formulación de cargos en la que el fiscal Agustín García acusó al policía de torturar y someter a vejámenes al detenido, de acuerdo con lo informado por el portal La Mañana de Neuquén.
Según el relato que el juez de Garantías Mauricio Zabala escuchó atentamente, el 7 de noviembre, el oficial se acercó a la celda del profesor de canotaje del Club Santafesino y «lo insultó, le pegó una trompada y escupió». «Sos un violín que marca a los pibes, la vas a pagar», fueron las palabras que utilizó el policía cuando ingresó a la celda donde estaba el profesor de canotaje.
Más tarde, regresó con un palo de escoba, le colocó las esposas con los brazos en la espalda y «se lo introdujo en el ano, mientras le apretaba el testículo izquierdo con fuerza», relató el representante del Ministerio Público Fiscal. Luego, García continuó: «Fue con mucha saña, los golpes al detenido le provocaron una lesión testicular. Los testimonios coinciden en que el oficial estaba encima del detenido».
El profesor de canotaje fue atendido en el Hospital Castro Rendón, donde certificaron que «presenta eritema perianal, un pequeño hematoma con irritación en la zona anal».
El adolescente fue torturado y herido con un hierro caliente por su profesor de remo y otros dos adultos como parte de un escandaloso rito de iniciación de la escuela de canotaje del Club Santafesino.
El episodio tuvo lugar el 30 de octubre, luego de un asado en el que participaron el profesor, la víctima, el padre de otro alumno y un amigo del profesor, entre otros. Todos integran la tradicional institución neuquina.
Una vez terminado el almuerzo los adultos resolvieron «darle la bienvenida» al nuevo integrante de la disciplina. Como parte del rito de iniciación, «le bajaron los pantalones delante de todos y, con un elemento de hierro calentado entre las brasas de la parrilla, le marcaron las dos nalgas», contó una fuente de la investigación.
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