El suceso ocurrió en Irazusta, Entre Ríos, hace unas dos semanas en la granja La Colorada a cargo de Walter y Dario Korell ubicada a la salida de ese pueblo, cerca del arroyo las toscas.
Darío vio que muchos pollitos picoteaban a uno y lo apartó, ya estaba casi muerto. Como si fueran lombrices le picoteaban las patas extra que tenía en la parte posterior, confesó un tío quien cree que se debe a lo intensivo de la producción, según publica el sitio entreriosya.com.ar.
En tanto Edgardo Riolfo, propietario de la granja Los Aromos, le restó importancia al episodiocada tanto llegan con una pata más, pero siempre se mueren.
Crónica.ar