Callie Rogers tras ganar la lotería a los 16 años abandonó su trabajo y desperdició la mayor parte de su dinero en fiestas, drogas, operaciones de cirugía estética y regalos.
Ganar la Lotería no da la felicidad pero ayuda. Sin embargo, es un tópico que puede ir en contra de muchos ganadores. Acostumbrados a vivir con cierta cantidad de dinero una inyección de millones en la cuenta corriente es difícil de asumir para muchos.
Uno de esos casos de afortunados «arruinados» fue el de Abraham Shakespeare, que ganó la nada despreciable cantidad de 30 millones de dólares en la lotería de Florida. En cambio, este camionero de profesión pecó de exceso de confianza, una de las grandes amenazas a las que se ven expuestos los agraciados. La ambición es el principal mal de estos casos: empiezan a gastar sin control y por encima de sus posibilidades.
Abraham Shakespeare sufrió esa ambición y lo pagó. Delincuente común de joven, Shakespeare pasó un par de veces de prisión por faltas menores. Su juventud no fue demasiado alegre pese a su carácter risueño. Ganar la lotería le llevó a conseguir nuevos, que se le acercaron para aprovecharse de su generosidad. Su familia comenzó a exigirle dinero, y más tarde fue acusado por un compañero de trabajo de robarle el décimo ganador; no obstante nunca se pudo comprobar este hecho.
Terminó casándose con una mujer que, conocedora de su bondad, supo engatusarlo y pedirle dinero para financiar la supuesta redacción de un libro sobre sus desdichas. Finalmente lo mató y quemó su cuerpo en el jardín de su casa. Durante el juicio, definieron a la mujer de «fría y calculadora».
Callie Rogers se convirtió a los 16 años en la ganadora de lotería más joven de Gran Bretaña. Gracias a su décimo consiguió 1.9 millones de libras. A partir de ese mismo momento empezó su perdición.
Abandonó su trabajo y desperdició la mayor parte de su dinero en fiestas, drogas, operaciones de cirugía estética y regalos. Diez años después solo tenía 2.000 libras en el banco. Según recoge Daily Mail, dice que una vez esfumada su fortuna pudo volver a ser feliz de nuevo. Ser rica le hizo más vulnerable al sentirse más sola y frágil hasta el punto de intentar suicidarse. Por suerte, lo último que se supo es que a sus casi 30 años estaba ejerciendo de enfermera pese al calvario personal que vivió.a