En el mismo sector donde el 3 de marzo anterior fueron asesinados once trabajadores de una empresa que colocaba postes para un proyecto de electrificación comunal, ayer tres supuestos miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13) murieron en un enfrentamiento con militares y policías, según información de la Fiscalía General de la República en El Salvador, en su cuenta de Twitter.
Cristian Cruz G., José Geovanny N. y Roberto C. B., todos menores de 18 años,murieron dentro de una casa de la lotificación El Milagro, del sector Agua Escondida, municipio de San Juan Opico, departamento de La Libertad en El Salvador.
De acuerdo con versiones de militares y policías, una patrulla de soldados y agentes realizaban un patrullaje por la referida lotificación.
Al ver a la patrulla, un grupo de seis mareros comenzaron a dispararles, pero cuando las autoridades respondieron al fuego, los atacantes corrieron siendo perseguidos.
Según la versión de un militar, los mareros buscaron refugiarse en diversas viviendas hasta que finalmente tres de ellos se introdujeron en una casa a la que le estaban haciendo remodelaciones.
Los otros tres lograron escapar por un sembradío de caña adyacente a la lotificación.
Cuando los militares y policías intentaron entrar a la vivienda, también fueron atacados, por lo que las autoridades tuvieron que matarlos. Esa es la versión que un militar dio a algunos periodistas.
De acuerdo con fotografías que horas después circularon en redes sociales, los cadáveres de los tres hombres pertenecientes a la mara salvatrucha quedaron juntos, con disparos en la cabeza y en la espalda.
Dos horas después de que se supiera que en la colonia El Milagro habían matado a tres mareros, Julia abandonó la unidad de salud en la que esperaba que un médico le viera a dos de sus hijos, y se fue a ver si Roberto, estaba entre los tres muertos.
Mi corazón me dice que él está entre esos tres, repetía entre lágrimas aquella mujer con media dentadura, de 49 años, pero con apariencia de 65 o 70.
Julia no anduvo con remilgos para aceptar que su hijo andaba en malos pasos, pero no por falta de rigor y de consejos.
La mujer comentó a investigadores policiales que hace aproximadamente un año, le dio la última paliza a Roberto porque se enteró de que andaba con los mareros.
Por unos días, el menor pareció enrumbar sus pasos pero luego volvió a descarriarse, según comentó Julia. Ella se dio por vencida, aunque siempre le hacía ver que andar en la mara salvatrucha solo lo llevaría al hospital, a la cárcel o a la tumba.
En menos de 24 horas, la sentencia de Julia se cumplió en su hijo, a excepción de ir a dar a un hospital.
El domingo en la noche, la Policía le avisó que habían detenido a Roberto porque le habían hallado música de mareros en el celular.
Julia contó a los investigadores que fue a la delegación de San Juan Opico a rogar por su hijo, a quien encontró bastante golpeado y con un labio roto, según dijo la mujer.
De tanto rogar, los policías le entregaron al menor quien se fue para la casa de Julia, quien volvió a dispararle una andanada de consejos y ruegos porque dejara de andar en la calle.
El menor se quedó en la vivienda, pero supuestamente cuando ella se durmió se volvió a escapar de la casa para reunirse con los mareros de la lotificación El Milagro.
Junto a Ángel, de 8 años, el último de sus hijos, Julia lloraba a ratos y por momentos se repetía que por falta de consejos y rigor no se había descarrilado su hijo. Mejor lo hubiera dejado preso, se reprochaba Julia.