Francisco pidió perdón este martes a los refugiados que llegan a Europa por la «indiferencia» y la «mentalidad cerrada» con la que los países occidentales suelen recibirlos.
Tres días después de haber acogido a tres familias sirias en el Vaticano que se encontraban refugiadas en la isla griega de Lesbos, el papa Francisco volvió a abordar el espinoso tema de la migración, que divide a Europa y que considera «la catástrofe humanitaria más grande después de la Segunda Guerra Mundial»
«¡Demasiadas veces no les dan la bienvenida! Perdonen esa mentalidad cerrada, esa indiferencia de nuestra sociedad, que teme los cambios de vida y de mentalidad que requiere la presencia de ustedes», afirmó el papa en un video mensaje enviado a los refugiados del centro jesuita romano Astali, que celebra 35 años de fundado.
«Los tratan como si fueran un peso, un gasto, y ustedes son un don. Ustedes son testigos de cómo nuestro Dios es clemente y misericordioso y puede transformar el mal y la injusticia que sufren en un bien para todos. Porque cada uno de ustedes puede ser un puente que une a naciones distantes y que hace posible el encuentro entre culturas y religiones», explicó el pontífice argentino.
En el avión que lo trajo el sábado de la isla de Lesbos a Roma, el papa explicó que no distingue entre los migrantes que huyen de las dificultades económicas y los que solicitan asilo político.
«Todos somos extranjeros y peregrinos en esta Tierra», dijo el papa Francisco tras instar a considerar como hermanos a todos «aquellos que han tenido que huir de su propia tierra a causa de la opresión, la guerra, la naturaleza desfigurada por la contaminación y la desertificación, o por una injusta distribución de los recursos», dijo.
El papa suele pedir regularmente a las sociedades ricas que no cierren sus puertas a los refugiados, haciendo hincapié en la hospitalidad, sin discriminar entre cristianos y musulmanes, e insistiendo en que cada inmigrante es un «puente» para luchar contra los prejuicios y la discriminación.