La legalización de la amapola con fines medicinales en México, que hasta hace poco parecía una idea descabellada, ha sido objeto de debate las últimas semanas en aras de reducir la violencia que azota el estado de Guerrero, el mayor productor de goma de opio del país.
La propuesta llega cuando el Congreso discute una iniciativa para legalizar el uso medicinal de la marihuana, presentada el 21 de abril por el presidente Enrique Peña Nieto.
Pese a que José Narro, ministro de Salud, pidió hace unos días esperar a que primero se apruebe la legalización de la marihuana para luego analizar el camino a seguir con la amapola, gobernadores, curas y legisladores se han pronunciado a favor.
«Vemos que en otros países (la amapola) está regulada de manera muy eficiente, como es el caso de España», dijo el miércoles Miguel Romo, senador del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) y que, igual que otros senadores de su partido, se manifestó a favor de analizar la propuesta.
Australia, Francia, Turquía, Hungría y India también cultivan amapola legalmente para la producción de medicina, bajo una licencia internacional.
El periódico El Universal publicó el miércoles, citando fuentes del gabinete presidencial, que el gobierno trabaja en una propuesta sobre este tema para enviarla al Congreso antes de que finalice el año. Consultado por la AFP, el vocero de Peña Nieto, Eduardo Sánchez, dijo no tener conocimiento de la información.
Manuel Mondragón y Kalb, Comisionado Nacional contra las Adicciones, admitió el martes que este ente, dependiente del ministerio de Salud, está «estudiando de manera profunda la derivación de la goma de opio como medicamento, su transformación a morfina y sus derivados como medicamento analgésico».
Propuesta pertinente
Para Raúl Benítez Manáut, experto en seguridad nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), esta medida no reduciría la violencia en Guerrero porque la creciente producción de amapola mexicana satisface gran parte la demanda de los adictos a la heroína en Estados Unidos, una mercado mucho mayor al medicinal.
«La ganancia que genera la droga ilegal es muy, muy superior a la de cualquier cultivo legal aunque sea muy redituable», dijo Benítez.
En medio de sangrientas venganzas entre grupos narcotraficantes que disputan en las montañas de Guerrero (sur) la producción de amapola y el acopio de goma de opio, el gobernador Héctor Astudillo detonó el debate en marzo pasado alegando que una legalización ayudaría a contener la galopante violencia.
Con una tasa 56,5 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2015, Guerrero tiene el índice más alto de asesinatos del país y al mismo tiempo es la región donde se produce más amapola en México.
El gobernador, militante del PRI, propuso un programa piloto para que la cosecha de amapola sea canalizada para uso médico, en vez de que la acaparen los grupos criminales.
A esta propuesta se sumó rápidamente Graco Ramírez, gobernador de Morelos, un estado vecino que junto con Guerrero forman un corredor utilizado por los narcotraficantes para sacar la goma de opio de las montañas y llevarla hacia el centro del país.
«Es pertinente la propuesta porque hay una realidad económica en los productores de amapola en Guerrero» que perciben ingresos por este cultivo, dijo de su lado Ramírez, del opositor izquierdista Partido de la Revolución Democrática.
«En Sinaloa y en Guerrero, la siembra de la amapola es un hecho y hay que quitárselo a los criminales para dárselo a la salud», dijo.
Incluso Roberto Gil, senador del partido Acción Nacional (derecha), y la iglesia de Guerrero dieron su apoyo a esta propuesta.
«Es una insensatez que México, cuarto productor mundial de amapola«, no pueda utilizarla para medicamentos contra el dolor, dijo Gil.
No reducirá la violencia
A finales de abril, pobladores de comunidades productoras de amapola de la montaña de Guerrero se mezclaron entre transportistas para manifestarse en un violenta marcha en Chilpancingo, capital de Guerrero, que terminó con la detención de 71 personas. Entre las demandas, los inconformes pedían que cesaran las fumigaciones que realiza el ejército mexicano en los campos de amapola.
Un campesino de Guerrero gana cerca de 16 dólares diarios por trabajar en un cultivo de amapola, mientras que el dueño de una parcela puede vender un kilo de goma de opio hasta en 925 dólares, según un cultivador entrevistado por la AFP en enero.
Pero se requieren entre 15 y 25 kilos para elaborar un kilo de la codiciada heroína que distribuidores compran entre 50.000 y 60.000 dólares en Estados Unidos.