El archipiélago de Chiloé, frente a la costa de Chile, era conocido por sus espectaculares paisajes, una abundante fauna, sus tradicionales casas elevadas sobre pilotes y las iglesias de la época colonial.
Pero ahora está de actualidad por algo menos pintoresco, la proliferación de algas tóxicas que amenazan su vida marina y el sustento de los pescadores que dependen de ella.
«Mataron nuestro océano», dijo Marisol Millaquién, que lleva semanas sin poder salir a pescar por la presencia de una maloliente alga de color azul verdoso que ha infestado las costa con la conocida como «marea roja«.
La «catástrofe silenciosa», como la llaman los pescadores locales, es la peor marea roja en la historia de Chile y llevó al gobierno a declarar la zona de emergencia para la costa sur, donde se encuentran estas islas populares también por ser uno de los mejores puntos de observación de aves en la región.
Esta proliferación de algas puede ser letal para peces, pájaros y otros animales marinos, ya que emiten una toxina que paraliza su sistema nervioso central. El consumo de productos contaminados por la marea roja puede ser perjudicial también para los humanos.
La vista desde la tradicional casa elevada de Millaquién es desoladora: Docenas de barcas fantasma abandonadas y pájaros y peces muertos llenan el paisaje. «Tengo 46 años. He visto mareas rojas antes, pero nunca como esta», apunta.
Como muchos otros residentes, no cree a los científicos que sostienen que el desastre medioambiental está causado por las temperaturas más cálidas registradas este año y que se derivan del fenómeno climatológico El Niño.
En su lugar, culpa a los criaderos de salmón del país, a los que acusa de arrojar peces contaminados cerca de la costa. Millones de salmones murieron a principios de este año por otro brote de algas que los asfixió al reducir la cantidad de oxígeno presente en el agua.
Millaquién, que cría sola a sus tres hijos, lamenta que no se pueda pescar nada, ni para su propia supervivencia.
La pesca es la columna vertebral de la economía de muchas comunidades asentadas en la extensa costa de Chile. Millaquién dice estar preocupada por los residentes de Chiloé y por cómo la escasez de comida está generando tensiones en una comunidad hasta ahora muy unida.
Los expertos sostienen que la marea roja podría durar meses.
Por el momento la comida y la gasolina escasean después de que pescadores a pequeña escala bloquearan el acceso a la isla desde el continente, encendiendo barricadas durante días para reclamar una mayor compensación económica del gobierno.
Pero Millaquién dice que ella no recibirá ninguna ayuda oficial. Pese a llevar años dedicada a la pesca, no aparece en el registro oficial de quienes optan a las ayudas.