El comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán declaró el lunes que el asesinado líder del Talibán Mohamed Akhtar Mansur era obstáculo para la paz y que la insurgencia se verá afectada tras la muerte del miliciano.
El general John W. Nicholson declaró que Mansur había rechazado la oferta del presidente afgano Ashraf Ghani de participar en el proceso de paz. «Espero que la cúpula del Talibán se dé cuenta de que es hora de deponer las armas y participar en las gestiones de paz, para que el pueblo afgano pueda vivir en paz y prosperidad», declaró el general en una visita a la provincia de Kunduz.
El presidente Barack Obama también declaró que la muerte de Mansur marca «una importante encrucijada» en los esfuerzos por llevar la paz a Afganistán.
Nicholson estaba en Kunduz por segunda vez desde convertirse en la misión. A fines de septiembre de 2015, los combatientes talibanes conquistaron la ciudad de Kunduz y la controlaron por cuatro días antes de ser expulsados. Fue un revés embarazoso para el gobierno.
John W. Nicholson se reunió además con víctimas y familiares de perecidos en el bombardeo estadounidense de un hospital de Médicos Sin Fronteras, ocurrido el 3 de octubre de 2015 en Kunduz, durante la ofensiva para retomar la ciudad. Cuarenta y dos personas murieron en ese bombardeo, que el Pentágono reconoció fue por error.
Asadula Amerjail, gobernador de la provincia de Kunduz, dijo a Nicholson que «la muerte de Mansur beneficiará la situación de seguridad. Lo considero un hecho positivo y creo que ahora tendremos buenas negociaciones entre el gobierno y el Talibán«.
Mohamed Akhtar Mansur, que al parecer tenía unos 50 años, murió abatido por un dron estadounidense cuando viajaba en su vehículo en la provincia de Baluchistán, en el sudoeste de Pakistán. Era el sucesor del fundador del Talibán, el mulá Mohamad Omar, cuya muerte ocurrió en 2013 pero fue confirmada apenas el verano pasado.