El proceso electoral está ensombrecido como nunca antes por complicidad y financiamiento por grupos criminales violentos.
México vivirá este domingo las elecciones no presidenciales más disputadas del último cuarto de siglo, lo que hace que sus resultados, a 24 horas de suceder, luzcan realmente impredecibles aún para los analistas más experimentados.
A esta incertidumbre de resultados hay que añadir la contaminación sin precedentes que ha padecido el proceso electoral por la inclusión en la guerra sucia electoral de un tema que hasta ahora no se atrevían los candidatos a tocar como arma de ataque: la complicidad y financiamiento a políticos por grupos criminales violentos, pecado del que se acusan mutuamente todos los partidos políticos, contribuyendo así al hartazgo ciudadano, que quizá se haga evidente en algunas regiones a través de bajos niveles de votación.
Este domingo habrá elecciones locales en 14 de las 32 entidades del país, es decir, en casi la mitad del territorio nacional.
En 12 de las entidades se elegirá gobernador, alcaldes y diputados locales, mientras que en otra, la fronteriza y norteña Baja California, solamente se votará por alcaldes y legisladores.
Por otro lado, en la Ciudad de México, que recientemente salió de un limbo jurídico y se convirtió de lleno en el estado número 32, se elegirá a los miembros de un cuerpo legislativo especial encargado de redactar y convertir en ley la Primera Constitución de la Ciudad de México, que con ello dejará de ser llamada el Distrito Federal.
En los 12 estados que eligen Gobernador, todos los que resulten favorecidos con el voto vivirán la situación excepcional de que sus periodos de gobierno serán menores de los seis años que usualmente marcan las leyes, pues recientes reformas a la Constitución del país obligan a que todas las elecciones locales coincidan con las elecciones federales, por lo que quienes resulten gobernadores de estos estados terminarán su encargo en dos o en cinco años, pues en 2018 y en 2021 hay elecciones federales.