La Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos tomó este lunes la trascendente decisión de confirmar el derecho de las mujeres a hacerse un aborto, después de que un creciente número de estados tomara medidas para restringir la interrupción voluntaria del embarazo.
La decisión tomada por cinco jueces contra tres representa una victoria emblemática para los movimientos defensores del derecho al aborto, un asunto políticamente sensible en un año electoral.
El máximo tribunal del país consideró ilegal una ley del estado de Texas (centro-sur) de 2013 que obliga a las clínicas que practican abortos a disponer de un bloque quirúrgico digno de un hospital. La citada ley obligaba además a los médicos que realizan abortos a disponer de una autorización anticipada de admisión de sus pacientes en un hospital local.
Los redactores de ese texto lo justificaban por la necesidad de proteger la salud de las mujeres, alegando que esas disposiciones eran para minimizar los riesgos sanitarios.
Pero para los defensores del derecho a abortar libremente, se trata de un pretexto. El verdadero objetivo de los legisladores republicanos de Texas, alegan, es volver, como en las últimas cuatro décadas, sobre el llamado caso «Roe vs Wade», histórica decisión de la Corte Suprema que en 1973 legalizó el aborto en Estados Unidos.
De hecho, esas normas tan estrictas obligaron a cerrar en dos años decenas de centros que practicaban abortos en Texas.
El fallo de este lunes del alto tribunal trasciende ampliamente las fronteras texanas, ya que abortar en Estados Unidos se ha convertido en la práctica en algo cada vez más complicado para millones de mujeres.