La prueba dividió al grupo en tres: uno integrado por personas que no leían libros, otro por personas que leen menos de tres horas y media por semana y un tercero de personas que leen más. El resultado que se obtuvo es que los que dedican menos de tres horas y media por semana a la lectura mostraron un 17% menos de probabilidades de morir durante los 12 años de seguimiento, y los que leían más aún, un 23% menos de riesgo. De esta manera concluyeron que los lectores viven dos años más que los que no leen en absoluto.
La misma conexión también se encontró con aquellos que leen diarios y revistas, pero fue mucho más débil. Levy agregó que el estudio fue realizado ajustando variables de salud, situación económica, educación y habilidades cognitivas, entre otras.