Diablos, brujas, personajes mitológicos y extraños animales tomaron este martes San Martín Tilcajete, un pequeño pueblo del sur de México que, un día antes del inicio de la cuaresma, celebró su particular carnaval sacando a las calles sus máscaras más espectaculares.
Con el cuerpo totalmente pintado de diversos colores y la cara cubierta con máscaras talladas en madera, hombres y mujeres de todas las edades desfilaron cargando cencerros atados con cuerdas a la cintura y un bastón a menudo consistente en un simple pedazo de madera.
Según la tradición, así disfrazados liberan sus pecados a través del personaje que representan, explicó a la AFP Jesús Sosa Calvo, artesano de esta localidad, famosa por sus fantásticas figuras artesanales conocidas como alebrijes.
"Es un día libre para hacer todo lo que queramos hacer, el día de la burla", agregó Sosa con una sonrisa.
Como cada año, los participantes se reunieron después en la plaza principal para celebrar una boda entre dos hombres, uno de los cuales debe vertirse de mujer.
Durante todo el día, niños y jóvenes pintados de negro recorrieron las calles gritando y golpeando el suelo con sus bastones de madera para ahuyentar a los malos espíritus.
"Como es mañana miércoles de ceniza, pues también tenemos que ir nosotros a tomar la ceniza, más que nada ya para quitarnos ese relajo que hacemos el día de hoy", relataba uno de los participantes, Eduardo Gómez, que desde hace 20 años representa al diablo.
Esta tradición ancestral, vinculada a la religión católica tras la colonización española en el siglo XVI, ha ido evolucionando con cada generación.
Así, este año hubo quienes utilizaron el color plateado, y no el negro, para representar a los diablos ancestrales o legendarios.