La Universidad de Ontario, Canadá, descubrió que luego de 10 minutos de declarada la muerte clínica, un cerebro registró actividad neuronal. Al ser un solo caso, no se lo puede tomar como norma. El descubrimiento presenta un desafío médico y ético en relación a la donación de órganos
La ciencia centró varias investigaciones en relación a qué ocurre con el cuerpo luego de la muerte, pero en esta oportunidad se toparon con un hallazgo casi a nivel paranormal. Un estudio de la Universidad de Ontario (Canadá) y publicado en la revista Pubmed, trabajó en un experimento para confirmar si el momento del fallecimiento coincide con el final de la conciencia. Los resultados sorprendieron no solo a los investigadores sino al mundo en general, luego de 10 minutos de ser declarado clínicamente muerto, el cerebro de un paciente registró actividad en forma de ráfagas de una sola onda delta.
"La inactividad electrocerebral precedió a la cesación del ritmo cardíaco y la presión sanguínea en tres pacientes. En uno de ellos, persistieron individuales ráfagas de ondas delta después declarada la muerte. Observamos diferencias significativas en la amplitud del electroencefalograma 30 minutos antes y 5 minutos después del cese de la presión sanguínea. Por otro lado, no se observó estados bien definidos después del período de paro cardíaco temprano", destacó en su estudio el doctor Norton, líder de la investigación.
El estudio sentó sus bases en el análisis de cuatro pacientes en estado crítico justo en el momento en que ocurrió el deceso, la medición se realizó mediante grabaciones frontales con electroencefalograma. De todas formas, los investigadores esperan ser cautelosos en la comunicación de lo descubierto ya que solo pudieron observar actividad en uno de los pacientes, pero sin dudas abre la puerta para desarrollar los resultados en profundidad.
Por otro lado, los científicos temen que los resultados podrían deberse a algún tipo de error en la maquinaria usada para el estudio o cierta falencia humana en las grabaciones extraídas. Sin embargo, tampoco pueden explicar esta disfuncionalidad ya que no descubrieron signo alguno de error mecánico o humano.
"Difícil postular una base fisiológica para esta actividad EEG dado que se produce después de una prolongada pérdida de circulación. Estas ráfagas de forma de onda podrían, por lo tanto, ser artefactual (un error humano) en la naturaleza, aunque una fuente artefactual podría no ser identificada", aseguró Norton.
Pese a las dudas, éste descubrimiento presenta un desafío médico y ético en relación a la determinación de la muerte de un paciente y la donación de órganos, de aquí la necesidad de la ciencia de seguir con los análisis para mayor profundidad y conocimiento.
"El estudio adicional del electroencefalograma durante la retirada de las terapias de soporte vital, añadirá claridad a preocupaciones médicas, éticas y legales para la donación después de la muerte circulatoria", finalizó Norton.