El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió este viernes en la Casa Blanca a la canciller alemana, Angela Merkel, para una reunión en la que se espera que aborden sus diferencias respecto a la OTAN, Rusia, el comercio internacional y otros asuntos.
Ambos líderes se estrecharon las manos y sonrieron para las cámaras antes de ingresar a la casa presidencial.
El encuentro en la Oficina Oval estaba previsto para el martes, pero una tormenta de nieve que azotaba el este del país obligó a postergarlo.
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— TN8 Nicaragua (@canaltn8) March 17, 2017
Europa seguirá con atención la reunión y la rueda de prensa posterior para ver hasta dónde -y con qué tono- se desmarcará la canciller del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
"La respeto, me gusta, pero no la conozco", dijo Trump de la dirigente alemana a mediados de enero.
Ha llegado la hora de conocerse para estos dos líderes con recorridos, estilos y políticas radicalmente diferentes.
Al acercarse esta cita, la administración estadounidense destacó la fortaleza de la relación con Alemania y la intención de Trump de aprovechar la experiencia de la canciller, en particular en el tema ucraniano y en la forma de abordar al presidente ruso, Vladimir Putin.
Un alto funcionario de la Casa Blanca anticipó un "encuentro cordial y muy positivo". La canciller viaja con "la mente abierta", dijo por su parte un responsable gubernamental alemán. "Siempre es mejor hablar juntos que hablar uno del otro".
Pero las declaraciones estridentes y a veces contradictorias del multimillonario Trump en las escasas semanas que lleva en el cargo confieren un interés particular a este primer cara a cara con Merkel.
Trump atacó con dureza a Europa, hablando del "maravilloso" Brexit o prediciendo que otros países abandonarán la UE. No fueron menos fuertes sus críticas a Alemania por su papel demasiado dominante y su "catastrófica" política de acogida de los refugiados.
"Alemania mira hoy a Estados Unidos con una mezcla de perplejidad y preocupación", resume Jeffrey Rathke, del Center for Strategic and International Studies (CSIS).
El experto cita, en particular, los temores relacionados con "las afinidades del presidente y de algunos miembros de su círculo más cercano con los movimientos nacionalistas y populistas en Europa".
Tensiones sobre el libre comercio
Para Merkel, que busca un cuarto mandato y hablará por tanto también a sus compatriotas, esta visita es como un ejercicio de malabarista: debe confirmar el vigor de los vínculos transatlánticos, económicos y militares, y mantener al mismo tiempo cierta distancia con el equipo de Trump.
Es probable que la canciller trate de evitar una foto como la de la primera ministra británica Theresa May tomada de la mano del presidente Donald Trump entre las columnas de la Casa Blanca, que se hizo viral.
Entre los temas de fondo, Merkel debería reafirmar su defensa del libre comercio en un momento en que la nueva administración norteamericana, que articula su acción en torno al eslogan "Estados Unidos primero", tiene un discurso proteccionista.
Según un alto funcionario estadounidense, la Casa Blanca todavía no ha fijado su posición definitiva sobre el acuerdo transatlántico negociado entre Estados Unidos y la UE, impulsado por Barack Obama, entre otros.
La ministra de Economía alemana, Brigitte Zypries, amenazó el viernes con presentar una demanda ante la OMC en el caso de que Washington materialice su propuesta de realizar un ajuste fiscal en los impuestos fronterizos.
"La incertidumbre" sobre las intenciones de Estados Unidos en asuntos comerciales "actúa como un veneno" en la economía, advirtió.
Otro punto de fricción que parece inevitable es el clima, que Alemania quiere convertir en uno de los temas centrales del G20 que preside de cara a la cumbre de julio en Hamburgo.
En su proyecto de presupuesto presentado el jueves, Trump no dejó lugar a dudas: hará recortes importantes en casi todos los fondos destinados a la lucha contra el cambio climático, tanto a nivel nacional como internacional.
El septuagenario republicano debería insistir una vez más en la necesidad de un aumento del gasto militar de sus socios dentro de la OTAN. Alemania, que gasta actualmente 1,2% de su PIB en defensa, está de acuerdo para llegar al 2%, pero el debate es intenso en cuanto al calendario.