Tejedoras aimaras contribuyen con el médico boliviano en la elaboración de un dispositivo para salvar la vida de niños que padecen enfermedades del corazón.
El arte de las tejedoras aimaras es hoy una valiosa ayuda a la ciencia para fabricar artesanalmente dispositivos únicos que conceden una nueva oportunidad de vida a niños que sufren cardiopatías congénitas en Bolivia y en otros países.
Los 120 dispositivos que fabrican mensualmente se hacen en la ciudad de La Paz en la empresa PFM, liderada por el pediatra boliviano Franz Freudenthal, quien inventó estos aparatos que han salvado la vida de al menos 500 niños en Bolivia y en el mundo a más de 50.000 con afecciones cardiacas.
Las 20 mujeres que trabajan en el proyecto, aimaras o con raíces aimaras, tienen la responsabilidad de tejer los dispositivos para solucionar las cardiopatías infantiles sobre unos moldes circulares de acero con un solo y delgado alambre de nitinol (aleación de níquel y titanio), lo que hace que el producto sea único.
Las afecciones que se tratan son el ductus arterioso persistente y la comunicación interauricular, por lo que es necesario tejer el equipo en diferentes tamaños, dependiendo de la dimensión del problema en el corazón.
La tejedora Julia Yapita, afirmó que este trabajo supone una alegría para ella y las demás, ya que se sienten orgullosas de contribuir con sus habilidades para dar una segunda oportunidad a un niño enfermo.
"Es una gran responsabilidad para todas las que hacemos los dispositivos porque se puede salvar una vida y se puede dar una oportunidad, es lo mejor que una persona puede hacer por otra", sostuvo Iturri, otra de las tejedoras.
Cada una de ellas tarda en hacer un dispositivo muy pequeño entre 40 a 60 minutos y uno un poco más grande hasta dos días por la complejidad del tejido.
"Lo que hago es utlizar las vías naturales," comentó Freudenthal. "Me voy a las arterias, venas, por una parte que puede ser accesible que pueden ser la ingle, la radial, pueden ser en algunos casos muy graves la yugular, la carótida de donde uno puede ingresar pero por vías naturales, ahí se hace la terapia y luego se retira".
Este dispositivo llega a Europa, también a parte de Asia y a países latinoamericanos como Argentina, Perú, Colombia y Brasil.