En un marco de creciente conflictividad social el sindicalismo realizaba el jueves su primera huelga nacional contra el presidente Mauricio Macri con quien mantiene un pulso por las reformas económicas que, según los gremios, amenazan las conquistas del poderoso movimiento obrero argentino.
Sindicatos de distintas actividades productivas y de los sectores del transporte público, la educación y la salud adhirieron al paro convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal organización sindical, y las dos facciones de la Central de los Trabajadores de Argentina (CTA).
El mandatario consideró al paro una protesta de tinte político que busca desestabilizar al gobierno.
Las fuerzas de seguridad aseguraron parcialmente el tránsito de las personas que se movilizaron en automóvil para llegar a sus lugares de trabajo en varios accesos a la capital argentina bloqueados por partidos políticos y organizaciones sociales de izquierda que apoyan la huelga. Para ello emplearon carros hidrantes con el fin de retirar a los manifestantes, varios de los cuales fueron detenidos.
"Le digo a la gente que venga a trabajar, estamos logrando que gente pueda llegar a Buenos Aires y moverse con libertad… una de las cosas que tenemos que hacer en Argentina es perder el miedo a las mafias", dijo a la prensa la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
También había cortes en provincias como Santa Fe, Neuquén y Salta.
Carlos Acuña, uno de los líderes de la CGT, dijo que el paro es un "éxito" porque "ha mostrado la disconformidad con la política económica" y advirtió que el presidente "está desubicado" y habla como si se creyera "dueño de la verdad".
"Los empresarios son los que hacen los negocios, se llevan la plata afuera y después los malos son los que hacen los piquetes (cortes) que son producto de la necesidad, del hambre", cuestionó el sindicalista en declaraciones a Radio Mitre.
La CGT, que responde al peronismo opositor, y las dos CTA de tendencia izquierdista reclaman la protección de la industria nacional ante la apertura de las importaciones, el cese de los despidos, un incremento en los salarios y políticas sociales que mejoren las condiciones de sectores vulnerables afectados por una inflación que en 2016 trepó a 40%.
La actividad metalúrgica encabeza el ranking de despidos y suspensiones, seguida por el sector automotriz, del petróleo, electrónica y electrodomésticos, de acuerdo con un informe del Centro de Economía y Política Argentina.