El Salvador registró en el primer cuatrimestre de 2017 una reducción del 52.5 % en las muertes violentas, pero con una tasa de 17.5 asesinatos por cada 100,000 habitantes ya superó lo que se considera como una epidemia a nivel internacional.
El vicepresidente salvadoreño, Óscar Ortiz, informó ayer en una reunión con diputados del Congreso que en los primeros cuatro meses del año en curso fueron asesinadas un total de 1,133 personas, 1,254 menos que los 2,387 del mismo lapso de 2016.
"Hemos salvado y prevenido que se puedan asesinar a 1,254 personas", dijo Ortiz, que atribuyó esta disminución a la implementación de una serie de medidas "extraordinarias" de seguridad desde marzo de 2016.
La ofensiva contra las pandillas, acusadas de generar los índices de homicidios que colocan a este país como uno de los más violentos del mundo, implica el despliegue de un comando elite de 1,000 agentes, 300 reservistas y el endurecimiento del régimen carcelario.
La tasa de muertes violentas sigue lejos de la de 10 por cada 100,000 habitantes que para la Organización Mundial de la Salud (OMS) evidencia una epidemia de violencia y por encima de los índices de varios de sus vecinos.
En estos 4 meses El Salvador superó la tasa de asesinatos registradas por otros países centroamericanos y México en los doce meses de 2016.
En ese año, Costa Rica, que vivió uno de los años más violentos de su historia, registró 11.8 muertes violentas por cada 100,000 habitantes; la de Panamá, Nicaragua y México se ubicaron en 9, 7 y 16.7.
De mantener la tendencia de poco más de 9 homicidios diarios, El Salvador podría cerrar el 2017 con un número superior a los 3,400 homicidios y una tasa de más de 53 muertes violentas por cada 100,000 habitantes.