JERUSALÉN (AP) — El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, exhortó el martes a israelíes y palestinos a trabajar por la paz, pidiéndoles que pongan de lado “el dolor y los desacuerdos del pasado”.
Trump se reunió, por separado, con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y con el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abás en su rápida visita a la región. En un discurso en el Museo de Israel, declaró que ambas partes están dispuestas a avanzar, aunque no había señal concreta de una reanudación del proceso de paz.
"Los palestinos están listos para llegar a la paz", dijo Trump quien, volteándose hacia el primer ministro israelí, añadió: "Benjamin Netanyahu quiere la paz”.
Trump, veterano hombre de negocios, ha calificado un acuerdo de paz en el Medio Oriente como “el acuerdo máximo”, y le ha asignado a su yerno Jared Kushner y al ex abogado de bienes raíces Jason Greenblatt la tarea de trazar un proceso diplomático. Aun así, los funcionarios de la Casa Blanca habían minimizado las posibilidades de grandes avances en este viaje, afirmando que es importante controlar las expectativas en un tema que ha resultado sumamente difícil incluso para diplomáticos más experimentados.
Trump evidentemente eludió los espinosos temas que han frustrado los intentos anteriores de llegar a un acuerdo: No mencionó los asentamientos judíos, el estatus de Jerusalén ni si Estados Unidos insistirá en una solución de dos estados.
Sus allegados dijeron que ello fue a propósito, y el estilo improvisado de Trump dio paso a una estricta lectura de discursos preparados ante la consciencia de que cada palabra sería escudriñada por comentaristas y expertos.
Después de Israel, Trump viajaba a Italia para una audiencia con el papa Francisco. Asistirá a cumbres en Bruselas y en Sicilia, donde los líderes europeos probablemente lo reciban con menos efusividad de la que tuvo en Israel y Arabia Saudí, donde los gobernantes lo elogiaron generosamente.
En particular, Trump y Netanyahu intercambiaron notables elogios en sus múltiples encuentros. El primer ministro, que tuvo una relación algo tensa con el predecesor de Trump, se puso de inmediato de pie el martes cuando el presidente declaró que su administración "siempre estará al lado de Israel".
Aun así, algunos funcionarios israelíes están escépticos ante Trump. Ha asumido una posición más dura ante los asentamientos, afirmando que no cree que ayuden al proceso de paz, aunque no ha llegado a pedir una suspensión total de la construcción. Por otra parte se ha distanciado de la promesa que hizo cuando era candidato, de mudar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, al toparse con los mismos obstáculos que enfrentaron a los presidentes anteriores que hicieron esa misma promesa.
Al mismo tiempo, Abás y los palestinos se han visto gratamente sorprendidos con Trump. El martes por la mañana, Trump se reunió con Abás en Belén, pasando al lado de la muralla que rodea a la ciudad y que sirve de recordatorio de las complejidades que caracterizan al conflicto regional.