Algún día, LeBron James se despedirá del básquetbol, y los reflectores más brillantes iluminarán a alguien más.
Habrá un momento en el que sus piernas pierdan algo de explosividad y que sus feroces clavadas sean vistas como algo ordinario. Algún día, ya no encestará con tanta frecuencia su disparo de media distancia, y su asombrosa visión de cancha, parte fundamental de su juego, se nublará un poco.
Llegará el momento en que James enfrente el final de su carrera. Pero no será pronto.
En la víspera de su séptima aparición consecutiva en la Final de la NBA, y a 10 años de que participó por primera vez en el duelo por el título de la liga, el reinado de James continúa: Rey absoluto de las canchas.
Durante una postemporada en la que encaminó a los campeones Cavaliers de Cleveland a una marca de 12-1 y destronó a Michael Jordan como el máximo anotador en la historia de playoffs, James no solo se colocó en posición de ganar un cuarto campeonato, sino que intensificó el debate sobre si es o no el mejor jugador de la historia.
No ha aflojado el paso a la hora de esgrimir sus argumentos.
James siempre ha rechazado las comparaciones con Jordan, al decir que esa conversación “solo es buena en las peluquerías” y que el original número 23 ha sido su inspiración y no su objetivo.
En cambio, James se mostró dispuesto a hablar del tema después de que los Cavaliers ganaron su tercer título de conferencia al hilo, al castigar en cinco partidos a Boston, un equipo claramente inferior. En el último duelo de esa serie, James rebasó a Jordan en puntos totales durante los playoffs, y ahora recuerda que el exastro de los Bulls era “como un Dios” para él cuando era niño.
“Cuando era niño hacía prácticamente todo lo que hacía MJ”, reconoció James. “Tiraba en retroceso desde antes de que debiera hacerlo. Vestía zapatos negros con rojo y calcetas blancas. Utilizaba pantaloncillos demasiado cortos para que se me pudieran ver los que llevaba debajo. No estoy calvo como Mike, pero ya casi. Fuera de eso, hacía todo lo que hacía Mike. Incluso llevaba una muñequera en el antebrazo. Tampoco utilicé la arracada. Eso era de Mike.
“Pero, viejo, hacía todo lo que hacía Mike”.
Y aún no acaba de hacerlo. Está lejos de terminar.
James está en una misión, y aún no la culmina.
Al gozar una de sus mejores postemporadas en el aspecto estadístico — 32,5 puntos por partido, 8,0 rebotes, 7,0 asistencias y 57% de tiros de campo después de 13 duelos — James desecha todos los argumentos sobre el verdadero Jugador Más Valioso de la liga. Aunque terminará detrás de Russell Westbrook, James Harden y Kawhi Leonard una vez que se entregue el premio de campaña regular el mes entrante, durante las últimas seis semanas James les ha recordado a todos que sigue siendo el referente a los 32 años de edad.
Puso los parámetros mucho más altos durante una década en la que sus acciones — dentro y fuera de la cancha — han moldeado a la liga.
“LeBron James ha dominado, en verdad dominado, esta era del básquetbol. Su dominio ha sido el equivalente a lo que hizo Kareem Abdul-Jabbar en su momento”, dijo Isiah Thomas, miembro del Salón de la Fama. “Juega por su lugar en la historia, para que se hable de él como el mejor de todos los tiempos. La conversación será en torno a él, Kareem y Michael Jordan. Es solo cuestión de gustos ¿A quién prefieren?”
De todos sus logros, llegar a siete Finales consecutivas lo ubica cerca de la cima de la lista. Una vez que inicie el primer juego de la serie el jueves, James se convertirá en el séptimo jugador en lograr siete Finales al hilo, y el primero desde que Bill Russell guio a un puñado de Celtics durante su dinastía de la década de 1960.