Alex Ávila era el mejor pelotero disponible cuando a los Tigres de Detroit les llegó el turno de reclutar en la quinta ronda del draft amateur de 2008. Su padre sugirió que el club seleccionara a alguien más.
“No quería que la gente pensara que esto era un favor”, comentó el cubano Al Ávila, actual gerente general de los Tigres. “Pensé que él tendría una mejor oportunidad si alguien más lo seleccionaba, de modo que no tuviera que lidiar con la presión de ser mi hijo”.
David Chadd se desempeñaba como director de búsqueda de talentos en aquella época, bajo las órdenes del gerente general Dave Dombrowski. Chadd, actual subgerente, dijo a Ávila que si seguía su recomendación, ello marcaría la primera vez que el club se abstendría de reclutar al mejor jugador posible en el comienzo de un draft.
“Le dije ‘daré un paso atrás’”, recordó Ávila, quien era entonces subgerente general. “Lo reclutamos y él se desarrolló muy rápidamente”.
Los Ávila representan ahora uno de los dúos de padre e hijo que buscan el equilibrio entre los asuntos deportivos y los familiares y que tienen la fortuna de pasar juntos mucho tiempo. Para muchos deportistas es impensable pasar en familia el Día del Padre.
Otro caso sería el de Marco Andretti, piloto que corre para la escudería de su padre Michael y es nieto del legendario Mario. Y está también la situación de Rick Stockstill, entrenador de fútbol americano de la Universidad Middle Tennessee, donde el quarterback es su hijo Brent.
Así, Al y Alex atesoran estas oportunidades de convivir, cuando el calendario de la temporada lo permite.
Los Ávila compartieron recuerdos de aquellos primeros días. El actual gerente general rememoró que en 2009, llevó a su hijo a cenar, con el objetivo de sostener una conversación muy franca.
“Le di un mensaje firme, ‘necesitas esforzarte o no llegarás pronto a las Grandes Ligas’”, comentó el cubano, sentado en el dugout a unos pasos de su hijo, quien comenzó a reír.
“Una semana después, me convocaron”, repuso Alex Ávila con una sonrisa.
“Y ha estado en las mayores desde entonces”, agregó el padre orgulloso.
Al y Alex Ávila coincidieron en que el cátcher debía jugar en algún otro equipo tras la campaña de 2015, en la que fue afectado por numerosas lesiones. Así que firmó con los Medias Blancas de Chicago.
“Creí que podíamos hacerlo mejor”, indicó Al Ávila. “No creo que hayamos hablado sobre eso”.
No fue nada personal.
“Él tiene que tomar decisiones con base en lo que considere mejor para la organización”, justificó Alex Ávila. “Yo crecí dentro del mundo del béisbol, así que lo entendí”.
Alex Ávila regresó a Detroit esta campaña. Era el mejor agente libre que se encontraba disponible, afirmó su padre. Y Ávila hijo está teniendo su mejor temporada desde 2011, cuando se le eligió para el Juego de Estrellas.