El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas inició el jueves una visita de 48 horas a Haití para evaluar la situación del país tres meses antes de la salida de los Cascos Azules de la ONU, desplegados desde 2004.
El presidente Jovenel Moise y miembros de su gobierno hicieron esperar cuarenta minutos a la delegación del Consejo de Seguridad antes de presentarse a la reunión de trabajo pautada, una decisión diplomática que agradó a los detractores de la misión de Naciones Unidas para la estabilidad en Haití (Minustah).
Y es que esta visita de las Naciones Unidas está lejos de agradar a las víctimas del cólera, una epidemia introducida en 2010 por cascos azules de Nepal, que ha causado más de 9.000 muertos.
"El cólera nos ha condenado, nos ha arruinado, además de que sigue matando a gente aquí", lamenta Nanouche François, que enfermó en 2012. "Las Naciones Unidas no hacen nada por nosotros, no nos dicen nada", afirma enojada, junto a 200 manifestantes que se congregaron en Puerto Príncipe ante la sede principal de la Minustah.
El pasado mes de diciembre Ban Ki-Moon pidió excusas a los haitianos, pero la ONU considera que legalmente no es responsable de la situación.
"Es una especie de negación de la justicia: Naciones Unidas ni siquiera ha puesto en marcha la comisión de reclamación permanente que anunció en diciembre", lamenta Mario Joseph, a la cabeza del gabinete de abogados de las víctimas.
Desastres naturales amenazan alimentación de 900.000 personas en Sri Lanka
La ira de los manifestantes se aviva aun más en un momento en que el fondo de ayuda de la ONU a las víctimas del cólera en Haití se revela como un fiasco: desde diciembre de 2016 sólo se han recaudado 2,7 millones de dólares de los 400 millones necesarios.
"Reconocemos que existe un problema, y estamos aquí para reiterar el compromiso de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional a trabajar juntos para enfrentarlo y resolverlo", dijo el boliviano Sacha Sergio Llorentty Solíz, presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, en una conferencia de prensa.
Tras dos años de crisis electoral, Haití ha conseguido renovar la totalidad de su personal político, pero la situación del país sigue siendo preocupante: el crecimiento económico es muy inferior al de los países vecinos y la mayoría pobre de la población se encuentra exangüe ante una inflación que sobrepasa el 15% anual.
Aunque el contexto social sigue siendo difícil, el contexto de seguridad ha mejorado y el Consejo votó en abril una decisión que renueva por última vez, por seis meses más, el mandato de la Minustah.
Cuando los soldados extranjeros se hayan ido, la ONU desplegará una nueva misión de mantenimiento de la paz bautizada Misión de Naciones Unidas para el apoyo de la justicia en Haití (Minujusth).
Esta nueva fuerza estará encargada de formar, a lo largo de dos años, a los agentes de la policía nacional haitiana y contará con unos 1.275 policías internacionales.
La Minustah fue desplegada en 2004 tras la salida del presidente Jean Bertrand Aristide para ayudar a contener la violencia en esta nación pobre del Caribe, pero nunca consiguió ganarse la confianza de los haitianos.
Más allá de las consecuencias de la epidemia de cólera en un país con un sistema sanitario tan frágil, la Minustah sigue marcada por las acusaciones de crímenes sexuales.
"Es una misión que ha cometido muchos errores en Haití: me alegro de que la Minustah se vaya", estimó Pierre Esperance, director de la red nacional de defensa de los derechos humanos.