A medida que se acercan las fiestas, muchos comienzan a mirar su dieta con más atención para mantener el peso a raya, dado que asumen que, con toda seguridad, se pondrán encima un par de kilos, por los excesos de fin de año.
La atención suele estar enfocada en el consumo de hidratos de carbono, azúcares y grasas, y poca veces en la sal, un mineral que no engorda pero que puede provocar daños en nuestra salud cuando consumimos más de lo que deberíamos.
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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ingesta de sal en adultos no debe superar los cinco gramos por día (el equivalente a aproximadamente dos gramos de sodio), para reducir la presión arterial y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Reducir la ingesta de sal no es tan difícil como parece, pero antes de ver cómo hacerlo despejemos algunos de los mitos más difundidos sobre el producto más usado en la gastronomía mundial.
1. En un día caluroso, si transpiras mucho, necesitas agregarle más sal a tu comida
Si bien es cierto que al sudar eliminamos cloruro de sodio, la cantidad es muy poca como para que necesitemos ingerir cantidades adicionales de sal.
Si el calor te ha hecho sudar más de lo habitual, es importante beber mucha agua.
Una dieta rica en minerales y otros nutrientes será suficiente para recuperar las sales que has perdido.
2. La comida sin sal no sabe a nada
Esto solo es cierto en un principio, si estás acostumbrado a comer con bastante sal.
Se debe a que las papilas gustativas tardan un tiempo en acostumbrarse.
Sin embargo, una vez que te habitúas a ingerir alimentos menos salados, es posible incluso que disfrutes más de la comida y descubras nuevos sabores que no habías notado antes por culpa del exceso de sal.
3. Los alimentos con alto contenido de sal tienen un sabor bastante salado
En absoluto.
Muchos alimentos ricos en sal pueden no parecerte salados porque pueden tener otros ingredientes como azúcares, que disimulan la sal.
Lo mejor para entender cuánta sal tienen los alimentos es leer el contenido de sodio de las etiquetas y no dejarte llevar simplemente por su sabor.
También debes tener en cuenta de que hay alimentos que pueden contribuir con bastante sal a tu dieta, pero no porque tengan necesariamente mucha, sino porque solemos comerlos en mucha cantidad, explica el Servicio Nacional de Salud Británico (NHS, por sus siglas en inglés) como por ejemplo el pan o los cereales para el desayuno.
5. Reducir la sal puede ser malo para la salud
El sodio, el elemento clave que se encuentra en la sal, es fundamental para que nuestro organismo funcione de manera correcta.
Pero lo cierto es que, históricamente, la mayor parte de las poblaciones han ingerido más sal de la recomendada.
Es poco probable que reducir la sal afecte tu salud negativamente porque, de hecho, es muy difícil comer poca sal: la mayoría de alimentos que consumimos a diario contienen sal.