Tranquilo, mundo del fútbol. Todo apunta a que Rusia organizará un buen Mundial.
Si la Copa Confederaciones que concluyó el domingo el triunfo de Alemania en la final contra Chile sirve como un ensayo general para la Copa del Mundo, el país anfitrión va bien encaminado para el campeonato que albergará el próximo año.
Por supuesto, no es lo mismo una Confederaciones con ocho equipos y cuatro ciudades, que un torneo con 32 selecciones y 11 ciudades diseminadas por el vasto territorio ruso, desde Ekaterimburgo en la región de los Urales, hasta Kaliningrado, a 2.500 kilómetros de distancia y separada del resto del territorio ruso por Lituania y Bielorrusia.
“Se nota que hubo un gran esfuerzo por parte de las autoridades rusas para que todo saliera bien”, elogió el domingo el técnico de Portugal, Fernando Santos, después que su equipo venció 2-1 a México para quedarse con el tercer puesto. “Obviamente se pueden mejorar algunos detalles, pero tiene tiempo para hacerlo”.
Moscú, San Petersburgo, Sochi y Kazán escenificaron 16 partidos entre el 17 de junio y el 2 de julio sin problemas de organización o seguridad. Como medida para evitar incidentes con hinchas violentos, todos los fanáticos que compraron boletos tuvieron que registrarse ante las autoridades rusas, que les emitieron identificaciones especiales como las que se utilizarán el próximo año.
“La organización del campeonato ha sido súper buena, la seguridad también ha sido súper bien, han querido dar un ejemplo”, opinó Set Muñoz, un fanático chileno de 28 años que recorría con su amigo Rodrigo Moya el centro de San Petersburgo antes de la final, ambos cargando banderas de Chile.
Mientras varios rusos se les acercaban para pedirles fotos, Muñoz y Moya coincidieron en dos quejas: algunos atrasos en los vuelos y la dificultad con el idioma. Incluso en metrópolis como Moscú y San Petersburgo, la mayoría de los rusos no habla inglés y mucho menos español, e incluso casi todas las señalizaciones de la transportación pública están escritas en el alfabeto cirílico.
“A pesar que la gente rusa es súper amable, a veces no nos podemos comunicar”, señaló Muñoz.
La transportación podría ser un problema mayor en 2018, cuando decenas de miles de fanáticos de todo el mundo se trasladen de sede en sede para seguir a sus respectivas selecciones, y pongan a prueba aeropuertos regionales o líneas de tren que no suelen tener semejante flujo de viajeros.
Los 12 estadios están listos o a punto de ser terminados, incluyendo el Luzhniki de Moscú que está en la recta final de sus obras de remodelación para albergar el partido inaugural y la final. Los organizadores de la Confederaciones sólo utilizaron la Arena Spartak para este torneo.
Quizás el mayor reto serán las sedes de concentración de las selecciones, que en muchos casos estarán ubicadas en ciudades más pequeñas a cientos de kilómetros de las sedes de los partidos. Eso significará un dolor de cabeza en materia de transporte y seguridad.
“Habíamos escuchado sobre violencia, sobre incidentes, hooligans, racismo, pero no tuvimos nada de eso”, afirmó el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, al calificar la Confederaciones como todo un éxito.
Más que el país anfitrión, la FIFA tiene una de las mayores tareas pendientes con el uso del sistema de videoarbitraje, que fue probado en la Confederaciones y dejó resultados mixtos.
El sistema sembró dudas entre jugadores, entrenadores y fanáticos por ser algo confuso en su implementación, además de demorar más de lo pensado para revisar las jugadas. Infantino quiere que se apure el proceso de aprobación para que se utilice en el Mundial.
“Ha sido un muy buen primer paso”, dijo el argentino Gabriel Calderón, uno de los integrantes del Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA que analiza alternativas para innovar en el deporte. “Todos tenemos que acostumbrarnos, y es normal que haya algo de confusión al principio”.
Desde el punto de vista estrictamente deportivo, el anfitrión quizás tenga mucho más por qué preocuparse, tomando en cuenta que la selección rusa exhibió un pobre nivel de juego y fue eliminada en la fase de grupos.
Alemania, en cambio, dejó claro que tiene material para ser candidata en el próximo y en muchos otros mundiales.
Incluso con un plantel alternativo, derrotó el domingo 1-0 a Chile, el campeón sudamericano que volvió a demostrar que se codea con los grandes del deporte. En cambio, México flaqueó como de costumbre en el momento más importante.