Bangui, 3 jul (EFE).- Al menos 15 rebeldes murieron durante un ataque perpetrado en un campo de refugiados internos cerca de Kaga Bando, en el norte del país, tras enfrentarse con los cascos azules desplegados en la zona, informó hoy la misión de Naciones Unidas en el país (MINUSCA).
El ataque ocurrió el pasado sábado, a unos 330 kilómetros al norte de Bangui, la capital, cuando combatientes exrebeldes Séléka (de mayoría musulmana) atacaron un campamento en el que residen unas 20.000 personas y ubicado cerca de una base militar de la ONU.
"La ciudad está completamente bajo control de nuestras fuerzas", afirmó el portavoz de la misión Vladimir Monteiro, quien explicó que agentes de la Policía ayudaron a los cascos azules a repeler el ataque, en el que varios civiles resultaron heridos.
"Los cascos azules mantienen su presencia (en la zona) para contener el ataque", añadió el portavoz, que precisó que los atacantes eran miembros del Movimiento Patriótico por Centroafricana (MPC), integrado por exSéléka.
El país vive una nueva ola de violencia pese al alto el fuego acordado el pasado 19 de junio por el Gobierno y grupos político-militares, entre ellos los exrebeldes Séléka, de mayoría musulmana, y las milicias anti-Balaka, con predominio de cristianos y animistas.
El último de estos enfrentamientos ocurrió el pasado miércoles, cuando 22 personas murieron en combates entre milicias en la ciudad de Zemio, en el sureste del país.
Un total de 21.500 personas han entrado en las últimas semanas en la República Democrática del Congo huyendo de la violencia en la República Centroafricana, según datos recientes de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Los continuos enfrentamientos y los ataques de estos grupos armados -que han tenido como objetivo también a tropas de la ONU- han llevado a la misión de la MINUSCA a reforzar sus posiciones en las zonas afectadas.
La República Centroafricana vive un complicado proceso de transición desde que, en 2013, los exrebeldes Séléka derrocaran al presidente François Bozizé, desatando una ola de violencia sectaria entre musulmanes y cristianos que causó miles de muertos y ha obligado a cerca de un millón de personas a abandonar sus hogares.
La elección de Faustin Archange Touadéra como nuevo presidente en febrero de 2016 debía abrir una nueva etapa para el país, que sin embargo todavía tiene muchos problemas para controlar a los grupos rebeldes en zonas alejadas de la capital.