NUEVA DELHI (AP) — Casi seis años después de que su hijo resbaló y cayó alrededor de 100 metros hacia un río de la India, y nunca más fue vuelto a ver, Elizabeth Brenner aún se pregunta cómo es que sucedió el accidente.
El hijo de Brenner, Thomas Plotkin, era uno de los millones de estadounidenses que en la última década han estudiado en el extranjero gracias a programas auspiciados por las universidades, parte de una creciente industria de viajes de jóvenes que tiene un valor estimado de 183.000 millones de dólares anuales.
Quería experimentar otra cultura, “algo que nunca antes había visto”, comentó Brenner.
Otros quieren estudiar un nuevo idioma o aprender de distintos sistemas políticos. A menudo, las universidades alientan a los alumnos a estudiar en el extranjero, ya que creen que mejora sus capacidades de liderazgo y sus posibilidades de empleo.
Cuando su hijo murió, Brenner comenzó a investigar cuántos otros estudiantes morían en el extranjero, y quién podría llevar un registro de los decesos.
“La respuesta es que no había nadie que llevara registros de estos casos”, comentó.
El número de estudiantes estadounidenses que mueren al año en el extranjero se ha duplicado durante la última década. Pero si bien las universidades estadounidenses deben reportar los decesos ocurridos en sus campus, no están obligados a revelar la mayoría de las muertes que ocurren en el extranjero, y los datos recabados por organizaciones de la industria están incompletos.
Más de 313.400 estadounidenses obtuvieron créditos académicos por estudiar en el extranjero durante el ciclo 2014-2015, de acuerdo con el Instituto de Educación Internacional, que crea programas de estudio en el extranjero y administra las becas de estudio en el extranjero por parte del gobierno federal.
La mayoría de las muertes o lesiones de estudiantes en el extranjero apenas se tocan brevemente en reportes de diarios locales. El Departamento de Educación no lleva esas estadísticas.
Un grupo de nombre Foro sobre Educación en el Extranjero ha intentado recabar los datos de 2014 de parte dos compañías aseguradoras que se combinan para brindar cobertura a la mitad del mercado de estudiantes estadounidenses en el extranjero. El grupo — compuesto por unas 100 compañías de estudios en el extranjero y 570 escuelas — utilizó datos parciales de un solo año para argumentar en un reporte publicado en 2016 que es menos probable que un estudiante muera en el extranjero que en un campus de Estados Unidos, y “para entender más sobre la experiencia estudiantil, para que los programas se puedan mejorar y minimizar los riesgos”, dijo el director del grupo, Brian Whalen, a The Associated Press.
Calculó una tasa de mortalidad de 13,5 decesos por cada 100.000 estudiantes universitarios en el extranjero, en comparación con los 29,4 fallecimientos en un campus, para argumentar que estudiar en el extranjero era, de hecho, más seguro.
Brenner y otros padres de familia criticaron el reporte, e indicaron que los hallazgos son engañosos debido a que se ignoró a toda una mitad del mercado de estudiantes en el extranjero, dándole a los padres de familia la idea de que los programas serían más seguros de lo que son en realidad.
Desde entonces, el Foro sobre Educación en el Extranjero ha ampliado su estudio para cubrir un periodo de cinco años entre 2010 y 2015, y dará a conocer un nuevo reporte en los próximos meses. En junio pasado se presentó un análisis preliminar del estudio, que mostraba que la tasa de mortalidad de estudiantes universitarios en el extranjero era de 18,1 decesos por cada 100.000 alumnos. Sin embargo, el reporte aún cubre únicamente a la mitad de los alumnos que estudian en el extranjero.