París, 13 jul (EFE).- El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el de EEUU, Donald Trump, mostraron hoy una imagen de sintonía en la primera jornada del mandatario estadounidense en París, en la que frente a sus diferencias apostaron por su trabajo conjunto en los grandes desafíos a nivel internacional.
Tras una ceremonia de recepción con honores militares en Los Inválidos y de una reunión bilateral en el Palacio del Elíseo, sede de la Presidencia francesa, los dos expresaron ante la prensa su voluntad de que sus divergencias en temas como el medioambiental no frenen su necesaria cooperación.
"Los desacuerdos no se pueden comparar con lo que nos une", dijo Trump, que subrayó que la relación entre ambos, marcada públicamente por un tenso apretón de manos en su primer encuentro bilateral el pasado mayo en Bruselas, es "muy buena".
La lucha contra el terrorismo, la seguridad, el comercio o la necesidad de alcanzar una estabilidad en Oriente Medio protagonizaron su reunión en el Elíseo, que será seguida por una "cena de amigos" en el restaurante Jules Verne de la Torre Eiffel.
El Acuerdo de París, del que Trump retiró a EEUU el pasado junio, acaparó parte del protagonismo y dejó entrever un posible cambio de rumbo por parte del presidente estadounidense.
"Hay que dejar que EEUU trabaje en su hoja de ruta y seguir hablando, dijo Macron, mientras que Trump señaló que "algo podría ocurrir" sobre la postura estadounidense al respecto: "Ya hablaremos llegado el momento. Si pasa algo sería maravilloso y si no pasa nada estará bien también".
Donde no mostraron fisuras fue al hablar del combate contra el terrorismo.
Los dos mandatarios, según Macron, comparten el objetivo de erradicar "a todos los grupos terroristas", y en concreto la intención de construir una solución política para Siria duradera e incluyente.
Esa meta hizo afirmar a Macron que Francia ha dejado de hacer de la salida del presidente sirio, Bachar al Asad, una condición "sine qua non" para negociar una solución al conflicto en ese país, pues, subrayó, solicitar su retirada en estos últimos años no ha sido eficaz.
Macron anunció que París y Washington mantendrán el trabajo común para llevar a cabo iniciativas diplomáticas que permitan trazar una hoja de ruta para después de la guerra, como el lanzamiento de un grupo de contacto, con representantes de Al Asad "pero también de otras sensibilidades".
La línea roja, sostuvo, es el uso de armas químicas, que dijo que será "será objeto de represalias inmediatas sobre el lugar de utilización o de almacenaje".
Macron, que con esta acogida tendió la mano a Trump frente a su aislamiento a nivel internacional, calificó de "simbólico e importante" que este haya acudido a París, donde mañana estará presente en el desfile de la Fiesta Nacional francesa, que este año conmemora el centenario de la entrada de las tropas estadounidenses en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Al igual que en la visita del presidente ruso, Vladimir Putin, al que recibió en el Palacio de Versalles a finales de mayo, Macron se sirvió en esta ocasión de otros símbolos de Francia, como Los Inválidos o la Torre Eiffel, para revestir de solemnidad la visita.
"Tenemos costumbre de recibir bien a la gente que invitamos", dijeron fuentes oficiales francesas la víspera de un encuentro en el que Macron, que por la mañana se había reunido con la canciller alemana, Angela Merkel, reforzó su imagen de interlocutor de Europa ante otros grandes líderes.
Trump, en cambio, no pudo escapar a la crisis que afronta en su país por la reunión entre su primogénito y una abogada rusa, que ha dado alas al conocerse a las investigaciones sobre una posible colaboración de su campaña y Rusia para influir en el resultado de las elecciones estadounidenses de noviembre.
El presidente estadounidense defendió a su hijo y afirmó que la letrada no trabajaba para el Ejecutivo ruso, que ese encuentro concluyó en "nada" y que "todo el mundo" habría hecho lo mismo que su hijo, al que calificó como un "joven maravilloso".