La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, y cada año mueren, como mínimo, 2,8 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso. Irónicamente, incluso muere más gente por obesidad que por hambre.
Sin embargo, estas cifras no son tan altas como otro factor que aún mata a más gente, aunque ni siquiera se considera una patología: la soledad.
El problema de la soledad
Según un estudio realizado por la Universidad Brigham Young en Utah, las dos grandes amenazas para la supervivencia de las personas, por encima de la obesidad, es la soledad y el aislamiento social. Y es que dos metaanálisis revelaron que la soledad y el aislamiento social pueden aumentar el riesgo de muerte prematura hasta en un 50%. El primer metanálisis incluyó a más de 300.000 adultos en 148 estudios, mientras que el segundo incluyó 70 estudios con más de 3,4 millones de adultos. Según explica Julianne Holt-Lunstad, líder del trabajo:
“Estas tendencias sugieren que la gente se está volviendo menos sociable y prefiere estar sola”. La autora comprobó, tras analizar 148 estudios con más de 300.000 participantes, que tener vínculos sociales trae consigo un 50% menos riesgo de muerte temprana. Además, en otra revisión de 70 estudios (3,4 millones de personas de América del Norte, Europa, Asia y Australia) examinó el papel que el aislamiento social y la soledad pueden tener sobre la mortalidad. El análisis reveló que tenían un efecto significativo en el riesgo de muerte prematura, que era igual o superior al de la obesidad.
Hay evidencia sólida de que el aislamiento social y la soledad aumentan significativamente el riesgo de mortalidad prematura y la magnitud del riesgo supera la de muchos indicadores de salud líderes, así lo informa Xataka.
Según la experta, estos resultados son particularmente preocupantes dado que el envejecimiento de la población está aumentando.