Con el pasar de los años, muchas personas han notado que la resaca (guayabo) tras una noche de copas no es la misma que solía ser: es más prolongada y sus efectos son más notorios.
De acuerdo con especialistas españoles, citados por 'El País', aunque los efectos siguen siendo los mismos que cuando se tenían 20 años, factores fisiológicos, propios del envejecimiento, contribuyen a que estas bebidas sean toleradas cada vez con mayor dificultad por el cuerpo.
Menos agua, más toxicidad
El contenido de agua en diferentes órganos y tejidos disminuye en función de la edad, el género y la composición corporal (porcentaje de tejido adiposo). Según Francisco Camarelles, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), esta situación provoca que el alcohol ingerido se diluya menos en la sangre, y al estar más concentrado hace a las personas más "sensibles a sus efectos".
Al nacer, el agua corporal corresponde a un 75%, pero luego de los 50 años disminuye a un intervalo de entre el 39% y el 57% en las mujeres y un 47% y 67% en los hombres. Es así como "una cantidad pequeña que para otros podría ser tolerable, en ella [una persona con menos cantidad de agua] podría resultar más tóxica", subraya Camarelles.
El hígado ya no es como era
El papel del hígado en la purificación de la sangre tras la ingesta de bebidas alcohólicas es vital. El etanol es metabolizado por las células hepáticas y convertido en acetaldehído –más tóxico que el etanol-, que luego es excretado.
No obstante, el envejecimiento impide que este órgano funcione a toda su capacidad. Por tanto, el acetaldehído es eliminado más lentamente, y al permanecer más tiempo en el torrente sanguíneo, los síntomas de la resaca son más evidentes.
"Ese enlentecimiento hepático hace que los efectos del alcohol sean más evidentes con menores cantidades ingeridas", explica Francisco Pascual, presidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (SOCIDROGALCOHOL).
Un golpe al estómago
Cristóbal de la Coba, de la Sociedad Española de Patología Digestiva, afirma que el estómago también sufre con el pasar de los años: suele volverse más susceptible a enfermedades como la gastritis y los trastornos dispépticos, y el consumo de alcohol empeora sus síntomas.
El especialista señala que bacterias como Helicobacter pylori, que habita en el epitelio del estómago y es responsable de la gastritis, se manifiesta mucho más después de los 30 años. "Aproximadamente la mitad de la población tiene Helicobacter pylori y, cuando el estómago se inflama por la acción de esta bacteria, el alcohol sienta peor", puntualiza.
Según RT, aunque el consumo moderado de alcohol es la mejor alternativa para evitar una fuerte resaca, los expertos coinciden en que sus efectos se acumulan de cualquier manera y las consecuencias pueden sufrirse a mediano y largo plazo. "Es una sustancia tóxica para el cerebro, el hígado y todos los tejidos del organismo", concluye Camarelles.