Otra vez el despertador. Es lunes. Y no cualquier lunes. Es el 'Blue Monday', el día más triste del año. Y vuelta a la rutina, pereza. Y ese techo, con gotelé gordo. ¿Cómo eso pudo estar de moda alguna vez? Qué ganas de cambiar de casa. Y de coche. Y de pareja, porque ronca y tiene esa insufrible manía de dejar los cacharros toda la noche en remojo. Ganas también de cambiar de trabajo; de jefe, de compañeros, de oficina. De ciudad, de país. De planeta y de vida.
“No hay que caer en la trampa de confundir el pensamiento con la realidad”. Frase categórica la del psicólogo Jesús Matos, experto en desarrollo personal y en gestión de la tristeza, que invita a reflexionar sobre si, realmente, todo lo que nos rodea está exactamente igual que ayer, con la diferencia de que hoy, puntualmente, nos sentimos mal: “Muchas veces no acertamos a encontrar el estímulo que dispara la tristeza, un sentimiento inconsciente, y eso nos lleva a no saber gestionarla. Por eso, hay que relativizar”.
Expone Matos una serie de factores y detonantes de esa sensación de abatimiento que lleva a pensar que nuestra vida es un asco en el 'Blue Monday'. Algunos externos y otros internos, que conducen a la certeza infundada de que nuestra existencia no tiene remedio. Que hiede. Los expone porque no hay nada como conocer al enemigo para decidir cómo enfrentarse a él. Y bien que en este caso no hay uno sólo sino varios, pero no está de más ponerles cara.
Lluvia, oscuridad… el frío invierno
“Multitud de estudios aseguran que los cambios meteorológicos del invierno influyen de forma negativa y que el organismo genera una respuesta de estrés para intentar adaptarse”, explica el psicólogo, que alude también a la gran cantidad de terapias sanadoras basadas en la luz solar. “Que haga frío, que los días sean más cortos, que los cielos estén cubiertos… Todo alimenta la sensación de tristeza”, afirma.
El cansancio y la falta de sueño
Además de mal humor, el hecho de no descansar correctamente o de forma suficiente genera “unas sensaciones fisiológicas muy similares a las de la tristeza, que nos llevan a confundirnos”, comenta Matos. Y confirma también que ese sentimiento termina por convertirse, efectivamente, en abatimiento.
La resaca
Los estragos etílicos no sólo convertirán al hígado en una suerte de foie gras y al cerebro en una masa pastosa de lentos reflejos sino que, “al tratarse el alcohol de una sustancia que genera euforia en un momento dado pero que, pasado el tiempo, genera la respuesta contraria, será también un motor de la tristeza”, comenta el psicólogo, que habla de las bebidas espiritosas como sustancias depresoras y de las borracheras –más bien, de su consecuencia en forma de resaca– como el germen de una situación de hastío.
Los ciclos hormonales
¿Menstruales? Sí: la experiencia apunta a que las alteraciones hormonales derivadas con el proceso de la menstruación se relacionan con el abatimiento y la tristeza. Pero no hay que pensar sólo en femenino: “Los hombres también atraviesan ciclos de fluctuaciones que afectan directamente al estado de ánimo”, confirma el experto. Y numerosos estudios avalan sus palabras, vinculando la vida sedentaria y las malas rutinas con el descenso paulatino de los niveles de testosterona.
La ansiedad
O la permanencia en un constante estado de ‘rumiación’: “Las personas más rumiativas, las que más vueltas dan a las cosas, atraviesan estados de tristeza más prologados”, afirma el experto. Bien sea por adelantar acontecimientos o por regodearse en situaciones ya pasadas, el hecho de no poner coto a la ansiedad conducirá, también, a la espiral más cruel de tristeza.
La misma tristeza
Parece obvio. Pero hay que subrayar que la misma tristeza es generadora de más tristeza. El psicólogo explica: “Si uno se siente decaído y no hace nada por evitarlo, se verá indefectiblemente envuelto en una espiral que únicamente más y más tristeza”.
La inactividad
Ese círculo vicioso iniciado por la sensación de tristeza empujará a la falta de movimiento y de actividad, reforzando los resortes de ese bucle y alejando más y más la puerta de salida.
Por eso…
Por eso, el psicólogo Jesús Matos anima a no dejarse llevar por las sombras: “La tristeza te pide meterte en la cama y olvidarte del mundo pero, en cambio, conviene preguntarse qué se puede hacer para revertir esa situación y ponerse a ello cuanto antes”. Conviene pensar con frialdad y preguntarse si realmente tenemos motivos fundados para sentirnos tristes y, de no ser así, es fundamental relativizar y caer en la cuenta de que quizá ese sentimiento sea transitorio, puntual. Y que no tiene la relevancia suficiente como para hacernos pensar que nuestra casa es horrible; nuestro coche, una chatarra, y nuestra pareja, un ser odioso.
La realidad es que el famoso 'Blue Monday', ese constructo pseudocientífico que afirma que hoy es el día más triste del año, nada tiene que ver con la tristeza que estamos sufriendo. Se trata de meras elucubraciones orquestadas para construir una estrategia publicitaria. Por eso, piense que su vida no es necesariamente peor que hace justo 24 horas. Que igual mañana se encuentra mejor. O tal vez no, pero para determinarlo deberá pensar fríamente si su tristeza tiene o no fundamento. Y tal vez deba pensar también que podría ser peor; podría… llover.