Los fanáticos de las teorías de conspiración tienen una nueva fecha en la cual depositar sus fantasías, pues el próximo 23 de abril ha sido señalado por varios “expertos” como el día donde ocurrirá el fin del mundo. Según sus cálculos, el Sol, la Luna y Júpiter se alinearán con Virgo durante la fecha señalada, con lo cual comenzará El Rapto o Arrebatamiento bíblico, o sea, el acto en el que Dios elige a quienes le acompañarán en el paraíso por toda la eternidad.
Pero agárrate, que aún hay más: si crees que lo peor que te puede pasar es que no seas elegido por Dios para la dicha eterna, según la misma teoría, la noche del 23 de abril tendrá aún los siguientes eventos: la aparición del misterioso planeta Nibiru, el estallido de la Tercera Guerra Mundial, la aparición del Anticristo y el comienzo de siete años de Tribulación. Vaya combo, ¿eh?
David Meade, uno de los máximos impulsores de este terrible, complejo y poco apetecible escenario (mira que hay que ser masoquista para querer estar ahí), declaró al Daily Mail: “el Arrebatamiento ocurrirá en abril, no hay duda de eso. En respuesta, el diablo aparecerá inmediatamente, igual que el planeta X o planeta muerto. Estos eventos desencadenarán la tercera gran guerra”.
Antes de que nos espantemos con lo dicho por el señor Meade, hay que recordar que no es muy atinado que digamos, pues ya había predicho que Nibiru aparecería en octubre de 2017, fecha en la cual pasaría muy cerca de la Tierra, hecho que provocaría la activación violenta de todos los volcanes de nuestro planeta. Pero como lo constata la realidad, nada de eso pasó.
Ahora bien, la NASA ha sido particularmente insistente en desmentir argumentos tan aventurados (aunque no por ello necesariamente inteligentes) de personas como Mr. Meade, al recalcar una y otra vez que el llamado Planeta Muerto o Nibiru no es una amenaza real, pues no hay evidencia alguna que compruebe su existencia.
Pues ya veremos si son peras o son apocalipsis, pero mientras tanto, vivamos en respeto, paz y armonía, que ese es, hasta ahora, el único paraíso conocido al que podemos aspirar.