Enviados del papa Francisco comenzaron el martes una misión en Chile para escuchar nuevos testimonios de víctimas de abusos sexuales en la Iglesia y para capacitar a las diócesis para actuar ante nuevas denuncias.
Los enviados papales permanecerán en Santiago hasta el jueves. Ese día viajarán a la sureña ciudad de Osorno, donde estarán hasta el domingo, y después regresarán a la capital hasta el martes de la próxima semana, aunque oficialmente no han trascendido los detalles del viaje.
Le recomendamos: Honduras: Capturan a pandilleros con la imagen de "La Santa Muerte"
Los dos enviados del papa ya estuvieron en Chile en febrero pasado para recoger el testimonio de testigos del supuesto encubrimiento de Barros de los abusos cometidos por Fernando Karadima y de víctimas de otros casos de abusos cometidos durante las últimas décadas y que no habían sido atendidos por el clero chileno.
Karadima fue un cura que tuvo una gran influencia en la Iglesia chilena, formador de medio centenar de sacerdotes, cinco de ellos devenidos en obispos, a quien la Justicia vaticana suspendió de por vida en 2010 tras desvelarse que abusó sexualmente de niños y jóvenes cuando era el titular de la parroquia "El Bosque", en un sector adinerado de Santiago.
La primera visita a Chile de ambos enviados del Vaticano dio pie a un extenso informe que le fue entregado al papa Francisco.
Después de leerlo, el pontífice, que había defendido a Barros durante su visita a Chile en enero pasado, declaró que había sido mal informado, pidió perdón a las víctimas y recibió a alguna de ellas en el Vaticano.
En mayo pasado, el papa llamó al Vaticano a 34 obispos chilenos que tras varias jornadas de reuniones presentaron sus renuncias en bloque después de reconocer que habían cometido "graves errores y omisiones".
Este lunes, el sumo pontífice aceptó las renuncias de Barros y de los obispos de Valparaíso, Gonzalo Duarte García de Cortázar, y de Puerto Montt, Cristián Caro Cordero, estos dos últimos mayores de 75 años.
En los últimos 15 años, desde el caso de Andrés Aguirre, el llamado "cura Tato", 80 sacerdotes y religiosos católicos han sido acusados en Chile de delitos de connotación sexual.
De ese total, 45 fueron condenados por la Justicia civil o canónica, y de ellos 34 tuvieron como víctimas a menores de edad.