Bajo custodia de miembros del Sistema Penitenciario Nacional fueron llevados este viernes a los Juzgados de Managua: Nicolás Cienfuegos Alanís, Pedro Lumbí Hernández, Ernesto Jarquín Orozco y Apolonio Fargas Gómez, principales responsables de la masacre a policías en Mulukukú.
Estos hechos ocurrieron el pasado 11 de junio, acción criminal que dejó como resultado la muerte de los tenientes Dixon Soza Idiáquez, Carlos Zamora Martínez y Martín Sánchez Gutiérrez.
A consecuencias del ataque a la delegación de policía, promovida y organizada por los acusados, también resultaron heridos de gravedad el capitán Ramón Zavala Olivas y el suboficial Leonardo Castillo Ruiz, quienes permanecieron por muchos días hospitalizados en cuidados intensivos de un hospital de la región, dejando sus vidas al borde de la muerte debido a los disparos que recibieron en distintas partes del cuerpo.
De acuerdo a la tipificación de estos delitos, el Ministerio Público señala a los procesados de: terrorismo, asesinato agravado, crimen organizado, uso de armas restringidas, entorpecimiento de servicios públicos, robo agravado y asesinato en grado de frustración, además del ilícito de toma de rehenes.
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La terrible tragedia ocurrió en el puesto policial de la comunidad de Sislao Paraska, comarca Pueblo Nuevo, municipio de Mulukukú, lugar donde llegaron los acusados el pasado lunes 11 de junio y de acuerdo a testigos sobrevivientes, estos terroristas como poseídos por el demonio empezaron a disparar acribillando a tiros a los uniformados dentro de la estación policial.
Son abundantes las pruebas con las que cuenta el Ministerio Público después de un arduo trabajo investigativo de la mano con vecinos de donde ocurrieron los hechos, quienes también narran lo sucedido y logran identificar plenamente a los acusados como autores de estos graves delitos. Ante todo eso se remitió el caso a juicio oral y público en fecha por determinarse posteriormente.
Familiares de las víctimas mortales exigen justicia y pena máxima para éstos, los que ahora han dejado luto en familias cuyos principales perjudicados son niños que aún esperan un abrazo de sus padres cuyos cuerpos descansan en paz.