La guayaba taiwanesa es uno de los árboles que se está cultivando en Chinandega. De hecho, hay tres productores de la zona que, desde hace tres años, están diversificando sus fincas con esta semilla en el occidente de Nicaragua.
La guayaba taiwanesa es una planta que no dilata mucho en desarrollarse para dar frutos, a pesar del caluroso clima que experimenta la zona seca del occidente.
En el Pellizco Central se encuentra la pequeña finca Santa María N°2, una tierra fértil ubicada en las faldas del complejo volcánico Chonco, San Cristóbal, Casita.
Su propietario Pedro Molina, productor de la zona, se ha dedicado a sembrar frutas en su parcela principalmente la guayaba taiwanesa, una variedad de semilla que trajo de México y que ahora produce en la tierra ardiente de Chichigalpa.
“En esta finca tengo 2 mil 100 árboles de guayaba, cada planta tiene hasta 200 guayabas y le sacamos al cultivo tres cosechas al año. Aquí hacemos nuestro propio almacigo y cumplimos con todo el proceso. La ventaja que tenemos los agricultores que nos dedicamos a este tipo de cultivo es que nuestros productos son apetecidos en los mercados de nuestra localidad”, afirmó Molina.
Al año Molina produce hasta 30 empleos directos en su finca. Asegura que los costos de producción son mínimos, pues el cultivo es resistente a las plagas y a la sequía, por lo que implementa riego por goteo durante el verano.
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Pero para que esta fruta se desarrolle sana y logre alcanzar buen rendimiento, Don José Salmerón, administrador de la finca, aporta con el buen cuidado y alimento al cultivo usando abono orgánico y químicos amigables con el medio ambiente. “Como encargado de finca recorro a diario el plantío para revisar si necesita folleo, abono porque agarran hongo. El fundamento para la ligereza es caparla porque cuando ella florece aparea seis frutas y hay que eliminar dos, además pinchar la bolsa y ponerle papel a la fruta para evitar que los rayos del sol la quemen”, explico Salmerón.
En la pequeña parcela, además se cultivan otras frutas como pitahaya, papaya, plátano, granos y cítrico que luego son distribuidos al mercado local de León y Chinandega. La cajilla de guayaba de 60 unidades tiene un costo de 450 córdobas.
Verónica Sevilla se dedica a la venta ambulante de guayaba taiwanesa, ya sea entera, partida con un poco de sal, pimienta y chile, asegura que la venta de este tipo de frutas le deja buenas ganancias.
Pequeños negocios como el de Verónica, se ven en varios puntos de la ciudad de Chinandega y se han convertido en el sustento económico de sus familias.
“Tengo 20 años de dedicarme al comercio, ahora vendo frutas como esta guayaba que ofrecen a diferentes precios de 10 a 50 córdobas, dependiendo del tamaño. Gracias a Dios vendo unos 2,000 córdobas a diario, y de ahí sacamos para la comida, mi carrera y ahorros para otras necesidades”, indico la comerciante.
Pedro Molina también aseguró que este tipo de cultivos es una buena alternativa para enfrentar la crisis económica o el cambio climático, y puso a disposición sus experiencias para apoyar a otros productores de la zona interesados en promover buenas prácticas agrícolas diversificando la tierra.
La Finca Santa María N°2, además está inmersa dentro de un circuito turístico, y el cultivo de frutas es un atractivo para el turismo nacional e internacional.
El consumo de frutas es una alimentación recomendada por los especialistas para conservar buena salud, por este motivo Pedro Molina busca darle mayor importancia a la tierra, diversificando los cultivos en su finca y así logra mayor compromiso con el medio ambiente y la madre tierra.
En este ciclo agrícola Molina espera sacar una producción de 28 mil unidades de guayabas de las 1,360 plantas que sembró hace dos años, en dos manzanas de su finca.
