La ruta de la migración clandestina entre Turquía y Grecia ha vuelto a ser testigo de un nuevo drama en una semana negra para quienes tratan de llegar a territorio de la Unión Europea.
Este domingo, 22 personas han muerto y otras 13 han resultado heridas al volcar una camioneta que transportaba a estos migrantes indocumentados en la costa turca del mar Egeo. Entre los fallecidos, cuya nacionalidad no se ha precisado, hay dos bebés, dos niños de corta edad y una mujer embarazada. El sábado, otros 11 migrantes murieron al chocar la furgoneta en que viajaban contra un camión cerca de Kavala (noreste de Grecia).
El accidente ocurrió al alba en la comarca de Menderes, situada en la provincia occidental de Esmirna. Según informó la agencia de noticias oficial Anadolu, el conductor del vehículo, Mustafa Yilmaz, de 35 años, herido en el accidente, explicó a la policía desde el hospital que el suceso se produjo al aparecer un coche blanco en sentido contrario: “Frené, pero el freno no respondió, así que traté de maniobrar y me salí [de la carretera]”. La camioneta, cuyo cajón de carga iba descubierto y repleto de personas, transitaba en ese momento por un puente y al salirse de la vía cayó sobre un canal prácticamente seco cinco metros más abajo. 19 personas murieron en el acto y otras tres en el hospital. Según la agencia DHA, 9 de los 13 heridos son menores de edad.
Yilmaz había cogido a los migrantes en la localidad de Söke (provincia de Aydin) y los trasladaba hasta Esmirna, donde, de acuerdo con la información del diario Hürriyet, esperarían a pasar a alguna de las cercanas islas griegas, ya territorio europeo. La camioneta, añade Anadolu, había sido alquilada por cuatro días a un precio de 1.000 liras turcas (unos 150 euros) en Söke, pese a que el conductor solo disponía de un permiso de conducir B, insuficiente para llevar este tipo de vehículos. Además, tenía antecedentes penales.
Pese al acuerdo antimigratorio firmado por la Unión Europea y Turquía en 2016, los cruces en la frontera entre el país euroasiático y Grecia han continuado. Hasta final de septiembre, 35.000 personas habían llegado a Grecia desde Turquía, más que en todo 2017 (29.718) aunque un número muchísimo menor que en 2016 (173.450) y del récord de 2015 (856.723), según cifras del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Siete de cada diez proceden de Siria, Afganistán e Irak, países desestructurados por largos y cruentos conflictos.
Esta ha sido una semana dramática para los migrantes y refugiados que tratan de alcanzar territorio europeo. El miércoles, fueron rescatados los cuerpos sin vida de ocho personas cuyo bote naufragó en aguas de la provincia de Esmirna mientras se dirigía a las islas griegas. Otros 26 ocupantes siguen oficialmente desaparecidos. Cuatro personas fueron detenidas tras este accidente acusadas por uno de los supervivientes de ser los traficantes encargados del viaje, por el que habrían cobrado 1.500 dólares a cada ocupante, destaco El País.
El mismo día fueron halladas tres mujeres migrantes de edades comprendidas entre los 15 y 35 años degolladas cerca del río Evros, en el lado griego de la frontera terrestre que comparte con Turquía. Y este sábado, los 11 pasajeros de un vehículo que se cree transportaba migrantes de forma clandestina murieron calcinados tras chocar contra un camión cerca de la localidad griega de Kavala, en el norte del país. Precisamente a raíz del acuerdo entre Bruselas y Ankara y la mayor vigilancia de los guardacostas en el Egeo, los flujos migratorios entre Turquía y Grecia se han desviado hacia el norte. La frontera del río Evros ha visto multiplicarse por tres el número de cruces respecto al año pasado hasta los 12.207, un tercio del total de llegadas a Grecia.