En otra jornada de protestas del movimiento de los "chalecos amarillos" en París, se produjeron todo tipos de desmanes, que incluyeron la quema de autos, saqueo de tiendas y el ataque a edificios históricos. Según fuentes del Ministerio de Interior, ya hay 183 personas detenidas y 65 heridos.
Los llamados "chalecos amarillos" protestan contra la bajada del poder adquisitivo y la subida de los impuestos a los carburantes. Según Philippe, 36.000 personas se manifestaban en toda Francia, de las cuales 5.500 estaban en los Campos Elíseos de París.
"Individuos equipados y determinados, desde muy temprano (…) actuaron de forma muy violenta. Las fuerzas de seguridad señalaron haber sufrido ataques de una violencia rara vez alcanzada", dijo el primer ministro Édouard Philippe desde la prefectura de policía de París.
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Esta es la tercera jornada de protestas de los "chalecos amarillos" en Francia, tras las del 17 y del 24 de noviembre pasado, que ya se saldaron con disturbios.
Las fuerzas de seguridad francesas habían dispersado a los manifestantes con gases lacrimógenos al inicio de la jornada. Pero las miles de personas movilizadas volvieron a tomar la ciudad más tarde, montando barricadas, prendiendo fogatas e incendiando autos en distintos puntos.
[#Europa] #Francia?? | Saqueos, quema de autos y ataques a edificios históricos es parte de lo que se vive en las protestas de #París. pic.twitter.com/GrgsqfIuqr
— TN8 Nicaragua (@canaltn8) December 1, 2018
Hay "200 manifestantes pacíficos en Campos Elíseos" y "1.500 agitadores (…) que buscan pelea. Nuestras fuerzas de seguridad responden presente y repelen a los alborotadores", tuiteó el ministro francés del Interior, Christophe Castaner.
Hacia el final de la tarde, algunos violentos atacaron el palais Brongniart y saquearon tiendas. Además, los enfrentamientos proseguían en torno al Arco de Triunfo, en la parte alta de los Campos Elíseos, entre policías y manifestantes, algunos de ellos enmascarados.
Los alborotadores forzaron las barreras que rodeaban el monumento y escribieron con pintura en él: "Los 'chalecos amarillos' triunfarán". "Quiero decir lo mucho que me ha sorprendido este cuestionamiento a los símbolos de Francia: el hecho de que el Arco del Triunfo haya sido marcado, de que alrededor de la tumba del soldado desconocido pudiera tener lugar una manifestación. No estoy contento con estas imágenes, me sorprenden", declaró Philippe.
Mientras que las escenas de caos se repiten en torno a la Place Étoile, donde se encuentra el Arco del Triunfo que corona los Campos Elíseos, con el incendio de terrazas, lanzamiento de adoquines, y lanzamiento de agua mediante cañones o gases lacrimógenos por parte de los antidisturbios, medio millar de manifestantes protestaba de forma pacífica a lo largo de la avenida.
Los "chalecos amarillos" visten esta prenda obligatoria en carretera y reclaman principalmente la suspensión del alza de impuestos a la gasolina y el diésel. El movimiento ha mostrado su división entre pacíficos y otra parte cada vez más radicalizada. "Quiero que la tensión suba porque si seguimos siendo amables nadie va a hacernos caso", argumentó un manifestante en la emisora BFM TV.
Ante esta tercera jornada de protestas, las autoridades decidieron cerrar el tráfico en los Campos Elíseos, aunque los peatones sí podían acceder a esta turística avenida parisina.
Las fuerzas de seguridad y los comerciantes han tomado sus precauciones, tras los destrozos causados el 24 de noviembre.
Muchos comerciantes colocaron tableros de madera frente a sus locales, mientras el acceso de los peatones a los Campos Elíseos era cuidadosamente vigilado y filtrado este sábado por la mañana por la policía, con un minucioso control de bolsas.
"Nuestra responsabilidad es que todo ocurra de la mejor manera posible" afirmó el ministro del Interior, Christophe Castaner, que acudió a primera hora del sábado a los Campos Elíseos para "saludar" a las fuerzas de seguridad.
Unos 5.000 hombres han sido movilizados en la capital, donde están además previstas una manifestación del sindicato CGT y de estudiantes contra el alza de las inscripciones para estudiantes extranjeros.
El gobierno, saturado por los llamados de los políticos a hacer un gesto a estas reivindicaciones de los ciudadanos más vulnerables, intenta organizar un diálogo con representantes de los "chalecos amarillos", por ahora en vano.
Los anuncios que hizo esta semana el presidente Macron -un dispositivo para limitar el impacto de las tasas al carburante así como un "gran diálogo"- no convencieron.
"Es viento", reaccionaron varios manifestantes, algunos de los cuales siguen acampados en las carreteras o en las rotondas. "Necesitamos algo concreto, no humo", resumió Yoann Allard, un obrero agrícola de 30 años.
Esta nueva manifestación es ahora observada con recelo por el ejecutivo de Macron, que accedió a la presidencia francesa hace solamente 18 meses y cuya popularidad cae de forma imparable.
El presidente se encuentra en la cumbre del G20 en Buenos Aires, donde sigue con atención una nueva jornada en la que las fuerzas de seguridad tienen que actuar contra las protestas.
La primera jornada nacional de los "chalecos amarillos", el 17 de noviembre, congregó en toda Francia a 282.000 personas, y la segunda a 106.000, 8.000 de ellas en París.
Este movimiento de cólera y protesta se extendió el viernes a Bélgica, donde un centenar de "chalecos amarillos" belgas se manifestaron en Bruselas.