A medida que el COVID-19 se propagaba por el mundo en el 2020, los hospitales, sanatorios y geriátricos utilizaban y reutilizaban los escasos equipos de protección que estaban a disposición. Esto ayudó, efectivamente, a frenar la transmisión del virus vía aérea, pero parece que también contribuyó a la propagación de un conjunto diferente de patógenos, bacterias y hongos resistentes a los medicamentos.
“Creer que en el mundo hay un solo patógeno es verdaderamente problemático”, afirmó a The New York Times Susan S. Huang, especialista en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Irvine, y señaló que el enfoque casi único en la pandemia parece haber derivado en una mayor propagación de infecciones resistentes a los medicamentos. “Tenemos todos los motivos para creer que el problema ha empeorado”.
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Algunos datos refuerzan sus temores, entre los que están los brotes aislados de diversas infecciones resistentes a los medicamentos en distintos rincones de Estados Unidos, así como en India, Italia, Perú y Francia.
Un problema particular ha sido la creciente cantidad de casos de un hongo llamado Candida auris, que las autoridades habían tratado de combatir antes de la pandemia con un mayor cribado, aislamiento de los pacientes contagiados y una mejor higiene.
Pruebas
En Estados Unidos, estos esfuerzos intensivos habían limitado la propagación del C. auris a un puñado de casos en el condado de Los Ángeles. Ahora hay alrededor de 250, comentó a The New York Times Zachary Rubin, quien dirige las acciones de control de infecciones del condado en los centros de salud.
“Vimos una proliferación de Candida auris”, dijo Rubin, quien atribuyó el cambio a varios factores, en particular a las dificultades para aplicar las pruebas de detección del patógeno cuando se destinaron tantos recursos para las pruebas del COVID-19.
Casi 2 millones de personas en todo el mundo mueren de infecciones por hongos cada año, y la resistencia a los medicamentos de primera línea va en aumento.
Candida auris ha sido nombrada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos como una amenaza fúngica emergente mortal que se extiende por los hospitales de todo el mundo.
Este hongo integra el “paquete” de las llamadas infecciones intrahospitalarias y tiene un alto poder de resistencia a las terapias antibióticas más corrientes que se usan para repeler una infección entre los confines de una institución de salud. Se suma la dificultad de su detección temprana, y cuando se ofrece un tratamiento presenta una resistencia muy fuerte a las varias drogas antibióticas que se utilizan habitualmente.
Este hongo produce enfermedades severas e invasivas que afectan la sangre, el corazón y el cerebro con una alta mortalidad. Según información de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) “Dr. Carlos Malbrán”, este hongo fue descubierto en Japón en el año 2009 por una infección en el oído de una mujer sana. Es multirresistente a la mayoría de las drogas antifúngicas comúnmente utilizadas para tratar las infecciones por Candida.