Afortunadamente, en España no estamos teniendo las temperaturas que en estos días van a congelar literalmente buena parte de Estados Unidos. Pero no impide que ya hayamos pasado varios días de mucho frío. Y lo que aún queda.
Por muy crudos que sean los inviernos, las muertes por frío son cada vez menos frecuentes. Excepto entre esa porción de desafortunadas personas que no tienen hogar y subsisten en las calles como pueden. Ellos son quienes corren más peligro en los días y noches invernales.
Y la muerte por frío puede producirse aunque una persona realmente no sufra congelación. Tal y como explican en LiveScience, la temperatura media corporal es de 37ºC, pero se dice que se comienza a sufrir de hipotermia, cuando desciende por debajo de los 35. Y lo preocupante es que la hipotermia puede producirse en ambientes relativamente fríos, sin necesidad de que las temperaturas sean excesivamente gélidas. Especialmente si hay mucha humedad.
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Se estima que con una temperatura corporal de 34º C, una persona que no esté apropiadamente vestida, puede experimentar un cuadro preocupante de hipotermia. Cuando la temperatura de nuestro cuerpo desciende, el flujo sanguíneo se ralentiza, y los órganos empiezan a no funcionar de forma óptima. Se calcula que una persona puede morir por esta causa, si su temperatura corporal baja hasta los 21º.
La congelación es otro riesgo que tampoco hay que infravalorar. Y, contra lo que se pueda pensar, no hacen falta temperaturas demasiado frías para sufrirla, especialmente en los dedos de las manos y los pies. Es debido a que el frío provoca que el organismo reduzca el flujo sanguíneo de dichas zonas, para favorecer el funcionamiento de los órganos, lo que las hace más vulnerables.