No es la primera vez que os advertimos de la importancia de no usar bastoncillos para limpiaros los oídos, a pesar de que por activa y por pasiva, los médicos han alertado de las graves consecuencias que pueden tener en nuestra salud.
Muchas veces creemos que estamos eliminando el cerumen acumulado en el conducto auditivo, pero lo más probable es que estemos empujándolo hacia el interior, así que estaremos consiguiendo el efecto contrario que pretendemos. Y este último caso puede que os haga pensaros una vez más si hacerlo o no…
Un británico de 31 años llevaba 5 años sintiendo que perdía cada vez más capacidad auditiva y que la molestia que tenía en el oído iba a más. Pero en lugar de encontrarle una solución en el médico, dejó pasar el tiempo hasta el punto de que comenzó a tener convulsiones, vómitos y cayó redondo al suelo.
Fue entonces cuando entró en el hospital y vieron la grave infección que tenía en su oído, la cual, tras un examen más exhaustivo, comprobaron que había sido provocada por la cabeza de un bastoncillo de algodón que se había quedado atascada en el interior. Esta se había podrido y estaba causándole una infección extremadamente grave con abscesos que ya no solo afectaban a su conducto auditivo, sino también a los huesos del cráneo.
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De hecho, los últimos días antes de desvanecerse, el hombre empezó a mostrar problemas para acordarse de cosas simples como nombres de la gente, lo que ya indicaba hasta qué punto estaba desarrollándose esta enfermedad.
El término clínico para referirnos a ella es otitis externa maligna, tal y como indica su nombre, es una infección necrosante del oído externo que se extiende al hueso temporal del cráneo y que está causada por la bacteria Pseudomonas aeruginosa. Si no se atrapa a tiempo, puede llegar a ser mortal y es muy habitual en varones ancianos con diabetes (aquí en España, sobre todo, por encima de los 74 años).
De ahí, que en un primer momento chocase tanto que este paciente presentara estos síntomas, pero una vez encontrado el algodón del bastoncillo se descubrió el porqué. Eso sí, el joven desconoce desde cuándo puede estar allí, aunque se cree que pudo ser desde el momento en el que comenzó a perder audición.
¿Cómo fue tratado?
Por el miedo de que la infección se propagara por el cerebro y desencadenara en una meningitis (la inflamación de las membranas que rodean al cerebro), el joven fue tratado con antibióticos en vena para aliviar esta hinchazón del interior de su oído, el cual estaba lleno de abscesos. Gracias a una limpieza exhaustiva del conducto auditivo y tras una semana en observación, estos comenzaron a reducirse. Para asegurarse de que no volvían a aparecer, tuvo que medicarse durante dos meses más. Diez semanas después de su recuperación, los síntomas no volvieron a aparecer y comprobaron que la infección, finalmente, no llegó a causar daño neuronal.