Este ácido graso está asociado a innumerables beneficios para la salud: protege frente a enfermedades cardiacas, disminuye los niveles de colesterol y de triglicéridos, reduce la presión sanguínea y tiene interesantes propiedades antiinflamatorias. El problema es que el cuerpo no es capaz de producirlo, así que hay que asimilarlo a partir de los alimentos.
El más socorrido es el pescado azul, puesto que alrededor del 10 por ciento de su peso es grasa. Pero los peces tampoco son capaces de sintetizar este compuesto beneficioso
En realidad, hay que dar las gracias al plancton marino, un ingrediente que alcanza hasta 3.000 euros el kilo si se adquiere por separado. El plancton tiene 30 veces más omega 3 que el aceite de oliva y está tan disperso por el mar que su concentración en el organismo de los peces es inevitable.
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Además, la cadena trófica provoca que los pescados que más “pezqueñines” comen también sean más ricos en omega 3. La cantidad de grasa del pescado aumenta por factores como la edad y el momento del año, y es mayor si el pez nada en agua más fría y cuando está a punto de desovar.
Y si lo tomamos en forma de suplemento, ¿tiene el mismo beneficio?
En 2018, un estudio realizado por la Universidad de East Anglia sobre 117.000 pacientes concluyó que no existían evicencias de sus beneficios sobre el cuerpo humano si el omega 3 llegaba en forma de suplementos fuera de la dieta. De hecho, arrojaba conclusiones de que no había suficiente información fiable como para asegurar que reduce el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.
Tanto este como otros estudios ponen en duda que una pastilla pueda solucionar un problema de salud que se vería mejorado con una mejora en los alimentos que tomamos.