Un niño guatemalteco de 8 años que falleció mientras estaba bajo custodia de la Patrulla Fronteriza sucumbió a la influenza, de acuerdo con el informe de la autopsia publicado el miércoles.
Fue uno de dos niños centroamericanos que murieron en diciembre mientras estaban al resguardo de las autoridades estadounidenses, casos que atrajeron la atención a la difícil situación que pasan las familias migrantes en la frontera de Estados Unidos con México.
La oficina del médico forense de Nuevo México publicó los resultados de la autopsia de Felipe Gómez Alonzo dos días después de que las autoridades guatemaltecas dijeron que habían recibido una copia del reporte que informaba que el pequeño padeció una infección rápida y progresiva que le provocó una insuficiencia en los órganos.
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Una autopsia publicada la semana pasada de la otra pequeña guatemalteca que falleció, Jakelin Caal Maquín, de 7 años, mostró que la pequeña tenía una infección bacteriana que rápidamente le provocó una septicemia y falla orgánica.
Las muertes, que ocurrieron con dos semanas de diferencia, dieron lugar a preguntas sobre la capacidad de la Patrulla Fronteriza para cuidar a los niños en momentos en que el número de familias que ingresa a Estados Unidos a través de la frontera ha aumentado a niveles récord. En los últimos meses, el sistema del gobierno para detener a los migrantes que cruzan la frontera se ha sobrecargado, llegando a un punto crítico.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristjen Nielsen, ha tuiteado en los últimos días que el Congreso debe enfrentar lo que describió como una emergencia dándole a las autoridades fronterizas y de inmigración las herramientas y recursos necesarios para “cumplir con nuestra misión humanitaria y de seguridad”.
Nielsen visitó El Paso, Texas, el miércoles en la primera parada de una gira por la frontera para evaluar el flujo de migrantes que llegan al país y la respuesta de la dependencia a su cargo.
“Nuestro sistema e instalaciones no fueron estructurados nunca para soportar el actual flujo de inmigrantes”, señaló.
Gómez Alonzo y su padre, Agustín, fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza a mediados de diciembre luego de que dejaron Guatemala por la extrema pobreza y la falta de oportunidades que hay en el país, de acuerdo con su familia.
El padre dijo que otras personas de su comunidad habían podido cruzar la frontera de Estados Unidos con niños, y supuso que él y su hijo tendrían la misma suerte. Felipe fue elegido para emprender el viaje con su padre porque era el hijo mayor.
Una vez que estuvieron bajo custodia de la Patrulla Fronteriza, Gómez Alonzo y su padre fueron llevados a varias instalaciones, incluido un centro de procesamiento en el cruce fronterizo de Paso del Norte, y posteriormente a la estación de la Patrulla Fronteriza en El Paso.
Justo después de la 1 de la madrugada, los dos fueron trasladados a un puesto de la Patrulla Fronteriza en Alamogordo, Nuevo México, ubicada a 145 kilómetros (90 millas) de allí. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) dijo que los llevó ahí “por los niveles de capacidad” en la instalación de El Paso.
El día que Felipe murió, un agente fronterizo se dio cuenta que el pequeño tosía y tenía los “ojos vidriosos”, por lo que lo llevó al hospital, informó la CBP.
En el hospital, detectaron que tenía una fiebre de 39,4 grados Celsius (103 grados Fahrenheit), han dicho las autoridades.
Los forenses de Nuevo México indicaron en su informe que el chico se quejó de molestias en la garganta, congestión y fiebre antes de ser trasladado al hospital, donde dio positivo a influenza.
Felipe estuvo en observación por 90 minutos, de acuerdo con la CBP, y fue dado de alta con una receta de amoxicilina e ibuprofeno. Pero el niño se sintió mal horas después y fue reingresado al hospital, donde posteriormente falleció.
Presuntamente el niño quedó inconsciente durante el viaje de vuelta al hospital, dijeron los forenses.
“Nuestros pensamientos están con su familia durante este momento difícil”, dijo el doctor Kurt Nolte, director forense en el estado, en un comunicado.
Las autoridades de Nuevo México habían dicho que el pequeño dio positivo a influenza.
En su autopsia se vio que tenía una infección de estafilococos en los pulmones antes de que las bacterias ingresaran al torrente sanguíneo y se produjera una septicemia. Un informe de toxicología publicado por el forense muestra que tenía Benadryl, un antihistamínico, en su organismo.
La otra pequeña guatemalteca, Jakelin, murió el 8 de diciembre en El Paso, un día después de que fue detenida por los agentes de la Patrulla Fronteriza con su padre tras haber ingresado a Estados Unidos de manera ilegal.