Doña Yerling Cueto ha vivido días de mucha tristeza desde que le avisaron que su esposo falleció mientras trabajaba en la ampliación de un canopy en Dubaifue sepultado este sábado en Guanacaste.
Desde el accidente pasaron 39 días en que esta madre y su hijo Bryan de 14 años estaban muy afectados por el montón de papeleos y hasta las costumbres árabes afectaron para que el cuerpo llegará a Costa Rica.
Martínez a quienes todos de cariño le decían Nacho, falleció el pasado lunes 8 de abril, cuando trabajaba en la ampliación del canopy más grande del mundo en el emirato Ras Al-Khaimah.
La mamá de José Ignacio, Ana Sánchez había dicho a los medios nicaragüenses que lo único que sabían sobre el accidente es que él ya había terminado su jornada cuando se desplazaba de una plataforma a otra que se estrelló y el cable de acero en el que se sujetaba se reventó y cayó.
Esa era la segunda vez que Nacho viajaba para participar en ese proyecto, pues era un experto en construcción y guía de canopy, ese trabajo era lo que más le gustaba hacer.
Lee también: Cinco muertos al precipitarse una avioneta al mar en Honduras
Cueto nos contó que la noche del viernes velaron a su esposo en Cañas Dulces de Liberia y este sábado en la mañana le hicieron una ceremonia en la iglesia Mi redentor vive.
En esa misma comunidad realizaron varias actividades de despedida y contaron con el cariño de muchos familiares y allegados.
39 días espero la familia la llegada del cuerpo.
Aunque José Ignacio nació en Nicaragua tenía muchos años de vivir en Costa Rica y según sus familiares aquí se formó y se capacitó para trabajar y ser de los mejores en lo que hacía.
“Ha sido muy duro lo que estamos viviendo, en mi familia queríamos pensar que esto era una pesadilla, es muy difícil aceptarlo. Todo se complicó para que llegará el cuerpo, la espera fue muy larga y hubo momentos en que vivimos mucha frustración, pero ya gracias a Dios pudimos despedirnos de él”, dijo la esposa.
Para doña Yerling fue muy emotivo que hoy su hijo y los amiguitos tocaron con la cimarrona que tienen durante el traslado del cuerpo de su esposo de la iglesia al cementerio.
“A mi hijo le encanta la música y a mi esposo le gustaba oírlo tocar, el toca el redoblante, entonces ellos hoy le hicieron ese regalo”, contó Cueto.
Para ella es muy dura la ausencia de su esposo porque aunque él estaba trabajando lejos hablaban y se enviaban mensajes a diario y siempre mantenían la ilusión de que el tiempo pasara rápido para que Nacho regresara.