Una a una penetran las puntadas de la máquina en el vinilo Americano para encajar las asas redondas, que anteriormente estaban siendo moldeadas por los cortes ágiles que ejecutaba un segundo trabajador. Ya en la mesa alargada la mujer trigueña de 30 años, cabello liso corto, contextura delgada y labios carnosos conversa con su tercer artesano para elegir los herrajes de exportación que favorezcan a la exaltación de su diseño que cuenta con base y costados rectangulares, pero se alza en forma de óvalo en la parte delantera y trasera color coral por fuera, mientras tanto, dentro una tela marfil con tramados naranjas conforman varios compartimentos, con la misión que los mismos ayuden a localizar más fácilmente los documentos y el resto del contenido que una fémina pueda almacenar en su bolso.
Así se le escapan las horas a Jennifer Lisseth Martínez Rugama en su tienda/taller ubicado contiguo al parque de Altamira, inaugurada un 06 de abril del 2019, tras años de esfuerzo que comenzaron en su natal Jalapa, Nueva Segovia, donde los retazos de tela que yacían en el suelo del taller de su padre, zapatero de oficio y posterior tapicero, los utilizaba de manera creativa desde sus 6 años para ejecutar a mano los vestidos de sus muñecas, ya a los 7 de edad aprendió costura, comenzando a confeccionar su propia ropa a los 11.
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Se trasladó a la capital Managua para continuar sus estudios, viajando cada fin de semana a su tierra de origen para llevarle a su papá y hermano la materia prima con la que trabajaba la empresa familiar, posterior el negocio se trasladó a Estados Unidos, tiempo en el cuál se mantuvo a cargo en la distancia, debido a su empleo, pero fue en realidad su embarazo la que la llevo a renacer la pasión de su niñez cuando quedo desempleada.
Empezó a cuestionarse qué podía hacer con el material vinil, recuerda que siempre miraba salir de las casas a las mujeres y lo que nunca le faltaban eran carteras, iluminada por esa imagen tomó la medida de una, cortó y se sentó en la máquina a coser, hasta que le salió el bolso que vendió a una amiga en 300 córdobas. A partir de ahí, comenzaron los pedidos y contando con material de sobra para realizarlo inició el proceso de elaboración de tres diseños que comercializó entre Jalapa y Managua, explicándole a cada persona interesada en su producto sobre la calidad del vinil, ya que era muy poco conocido en el mercado.
Un año después Yeni, como la llaman afectuosamente, encontró trabajo en una financiera, misma que le otorgó un préstamo para abrirse camino, apoyándola luego con un pedido de más de 100 bolsos por el cual tomó la decisión de trasladar el taller a Managua y contratar artesanos para que le asistieran en un estilo de trabajo muy particular: donde los únicos bocetos del diseño que conoce son los de su imaginación.
Martínez no solamente decidió bautizar su idea como Yeni Fashion, se dispuso a legalizar su negocio, registrándose como persona natural y obteniendo su número RUC para poder facturar y vender su producto, independizándose para convertirse en su propia jefa.
Para el mes de febrero de 2017, inicia a crear relaciones de negocio sostenibles en el tiempo que le ha permitido enviar pedidos a España, Chile, México, Estados Unidos y Costa Rica, aunando esfuerzos para alcanzar su objetivo final: transcender fronteras para llegar al mercado europeo.
Impulsada por las redes sociales comercializa ya no solo carteras, sino, mochilas, riñoneras, billeteras entre otros diseños únicos, coloridos y elegantes que convergen en una amplia gama de colores bellísimos, sobresaliendo por su exclusividad y la calidad que caracteriza a su entusiasta personal calificado con quienes ha introducido calzado para damas y accesorios para varones.
Bajo la premisa “el no ya está definido, entonces tenemos que ir realmente por ese sí”, el crecimiento va viento en popa, en unos meses conformará su segundo emprendimiento con accesorios automotrices y de tapicería, confiando en la buena aceptación de los nicaragüenses.
