Tomado de abc.es
El Madrid tiene la concentración justa para aprobar la ESO. No se le pueden pedir esfuerzos muy largos.
En Europa, se hunde; en la Liga, resiste. Pero si decide defender, no ataca y si decide atacar, le meten goles. Incluso cuando parece que va a marcarse un partido completo, como contra el Granada, algo pasa, cambia el tiempo, se desflora la verdadera naturaleza de Areola y el partido se le descontrola. Dos cosas positivas: Valverde se hace importante y James se sobrepone a la cabezonería de Zidane (que con él toma una forma rácana) y aprovecha diez minutos.
El Madrid ha dado señales de que quiere la Liga, la quiere o quiere aferrarse a ella. Los problemas que tiene, y la duda fundamental de si el granero de su mediocampo aguantará todo el invierno, quedarán durante gran parte del año como un post it en la nevera, porque en el día a día liguero el Madrid irá tirando.
Contra el Granada hubo dos partes. En la primera recuperó la línea de seriedad anterior y mejoró su actitud ofensiva. Fue como si hubieran echado aceite en el motor, el fútbol se le lubricó. Además, se puso fácil desde el principio.
En el minuto dos, Bale dio un pase muy bonito con el exterior para el remate de primeras de Benzema. Para que luego digan del golf. Ese balón hizo una curva rasa y precisa como si fuera un putt entrando en el green del área.
Dos minutos después se lesionó Montoro. Al Granada solo le faltaba que se le cayese encima el larguero.
El Madrid, airoso, rápido, comenzó a hacer combinaciones a un toque ligero, transiciones rápidas con ocasiones de Carvajal o Valverde, que estuvo especialmente bien acompañando cada jugada con toques o llegadas. Le dio un dinamismo completo al mediocampo y ofreció además algunos pases de anticipación. Pareció que su precisión era mayor, que su capacidad para los huecos, para el entre líneas se había aquilatado.
El primer remate del Granada llegó en el 18, y solo durante un par de minutos piso el campo ajeno con peligro mediante un par de escaramuzas de Machís.
El Madrid siguió atacando con facilidad, divirtiendo por momentos.
Faltaba solo Hazard por sumarse. Valverde gustaba y Benzema estaba en su nivel reciente de sutilezas, con su fútbol de cátering pijo que casi resulta abusivo contra equipos más humildes. Todo lo hacía bien y esta vez el resto tocaba en el mismo tono.
Se resintió de algo Kroos y fue sustituido por Modric. El alemán lo estaba jugando todo. ¿No hubiera sido mejor anticiparse y rotar? James era devuelto a su realidad con Zidane, declarado quinto o incluso sexto en la jerarquía del mediocampo.
Areola, otra de las noticias de la semana, no tenía trabajo. El Madrid estaba serio y no dejaba oportunidades. Areola era hasta el momento un portero de una sola parada. Una sola parada había bastado para debatirle a Courtois, mejor portero del último mundial, su situación. Esto indica que había cierta predisposición para la discusión.
Y faltaba Hazard, algo intranquilo, casi ansioso. Hazard parece Russell Crowe preparándose para interpretar a Hazard tras venir de otro papel (quizás Roger Ailes). Es cosa de días, de sudar. En el 46, efectivamente, Valverde, como un talgo, arrasó la compostura táctica del Granada llevándose dos balones y Hazard, al llegarle el balón, lo elevó con un toque de clase sobre Rui Silva. En esa parábola había una curva aguda, marcada y caprichosa, como un indicio o rúbrica de su genialidad.
El fútbol se le nubló un poco al Madrid en la segunda parte. El Granada se reorganizó, más ofensivo y también más duro, más en el partido y dando su verdadera cara. Espabiló y en los primeros momentos incluso comenzaron a buscarse los tobillos. Adquirió el partido ese fetichismo del tobillo que sube la temperatura.
Cuando se hacía lento el partido, obtuso y hasta un pelín traumatológico, Modric marcó un gol atroz, un trallazo tirante a la escuadra con origen en otra zancada invasora de Valverde.
Llega el uruguayo cuando más necesario era. Aparece en toda la media con un fútbol de arrastre, como una corriente. Un fútbol de corriente. No solo se encarama en la rotación que puede y debe dar descanso a Kroos y a Modric, también define su posición en el interior. Queda la duda: ¿y quién dará descanso a Casemiro?
Cuando el Madrid había rematado el partido, Areola lo abrió con una acción de portero inglés de los 80. Se duerme con el balón en el área y le hace un penalti a Carlos Fernández. ¿Cómo vivió esa jugada el sector de prensa y afición que por una única parada y dos despejes sandungueros le habían querido dar la portería? La mezcla de capricho y aleatoriedad del mencionado debate, una sinrazón absoluta, es una de esas cosas que hacen daño irreparable al estado neuronal del «entorno» madridista. Algo demencial.
Falló Areola, por tanto, y el penaltí lo marcó Darwin (Machís).
El debate se redefine: ¿es este descarte del PSG un portero lo suficientemente fiable para el Madrid?
El Madrid había perdido el brillo desde el descanso, pero ahora perdía el volante. El partido ya no era completo, era otro partido centauro, mitad fútbol mitad no sé qué, y en el 77, en un córner, marcó el 3-2 el Granada, mediante un remate de Duarte. Dos jugadores visitantes tocaron la pelota en el área.
Zidane dio entrada a Isco para tener la pelota, y su lentitud fue casi dolorosa, y a James después, y se dedicó a correr, puesto el Madrid en una disposición guerrillera para sujetar el resultado. El partido era otro Real Madrid-Levante, de modo que estamos ante un patrón.
James estuvo emocionante en su nuevo fútbol y se llevó el premio cerrando el partido en el 92. El 4-2 llegando al área para rematar. Un jugador que roba, que pasa y que marca y que se quiere quedar como sea. Se fue a abrazarse con una bandera colombiana. James se agarra a los minutos, y el Madrid se agarra a la Liga. Hay cosas que son de Zidane y a la vez que quieren sobreponerse a Zidane.