América Latina y la llegada de Donald Trump a la presidencia

Foto: América Latina y la llegada de Donald Trump a la presidencia
Foto: América Latina y la llegada de Donald Trump a la presidencia

La reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos plantea nuevos desafíos para América Latina y el Caribe. Con su enfoque proteccionista y retórica anti-China, la región enfrenta un dilema complejo: equilibrar la dependencia económica de Estados Unidos con el creciente influjo de inversiones chinas.

Este escenario será aún más evidente en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se celebrará en Lima, donde las relaciones internacionales tomarán un nuevo rumbo.

NOTA DE PRENSA

AMÉRICA LATINA Y EL NUEVO RÉGIMEN

DE DONALD TRUMP

Stephen Sefton, 10 de noviembre 2024

Sin duda, la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) esta semana en Lima va a hacer más claro el dilema fundamental para la política norteamericana en América Latina y el Caribe. El dilema es también un reto complejo para la nueva administración del presidente electo norteamericano Donald Trump. Sencillamente, para poder sostener sus anti-democráticas políticas polarizadoras neoliberales, los aliados norteamericanos en América Latina y el Caribe necesitan desarrollar y consolidar sus relaciones económicas con la República Popular China. La reciente gira U en la retórica hacia China del presidente Javier Milei de Argentina expresó este dilema de la manera más clara, cuando cambió su discurso de odio hacia China para observar que el gigante asiático “es un socio interesante”.

Perú, anfitrión del Foro este año, es otro ejemplo del mismo dilema. Durante el foro se ha programado inaugurar el enorme puerto de aguas profundas en el puerto de Chancay al norte de Lima. Chancay es un proyecto de la empresa china Cosco Shipping, con tecnología portuaria de punta, capaz de recibir y manejar el cargo de barcos de 18000 contenedores. Chancay se ubica en el centro de la costa del Pacífico de Perú con conexiones terrestres hacia Bolivia al sur, hacia Ecuador al norte y hacia Brasil al este. La lógica económica regional de corto y mediano plazo prevé una expansión de las conexiones de transporte existentes, tanto por ferrocarril como por carretera, para facilitar el comercio por medio de puertos en el Pacífico como Chancay e Ilo en Perú o Antofagasta e Iquique en Chile. Aparte de la carretera interoceánica existente entre Perú y Brasil, hay varios otros corredores de transporte transcontinental proyectados para América del Sur.

En adición al desarrollo del comercio intra-regional, con estos ambiciosos proyectos se espera reducir de manera significativa la duración de viaje de las exportaciones e importaciones entre Asia y la costa del Atlántico suramericana. De su parte, las élites norteamericanas jamás van a financiar el tipo de inversión de gran escala que hacen las empresas y gobierno de la República Popular China. Las empresas norteamericanas son presas de su característica visión neoliberal de corto plazo que exige ganancias rápidas y fáciles.. De la misma manera que las empresas norteamericanas aprovecharon de manera parasitaria los años de alto desarrollo económico endógeno de los pueblos europeos, esperan poder seguir haciéndolo también en América Latina. El dilema para las élites norteamericanas es que las nuevas oportunidades en desarrollo en América Latina y el Caribe resultan en gran parte de las políticas comerciales y de inversión de parte de China.

Una parte de la respuesta norteamericana al aumento de la influencia económica china en la región ha sido el notable aumento de la presencia militar norteamericana en América del Sur. especialmente desde el tiempo de los gobiernos de derecha en Brasil y Argentina de 2016 y adelante. Todavía más que el gobierno del presidente Biden, Donald Trump y su círculo de asesores perfilan a la República Popular China como un país enemigo y advierten que van a implementar medidas económicas proteccionistas deliberadamente dirigidas contra China. A la vez, en América Latina, aun gobiernos sumisos al dominio yanqui, principalmente los de Argentina, Ecuador y Perú, necesitan seguir desarrollando sus relaciones comerciales y financieras con China.

Es posible que Brasil, como presidente pro tempore en 2025 del grupo de países BRICS+, servirá como el intermediario principal para promover algún tipo de equilibrio entre las crecientes relaciones de la región suramericana con la República Popular China y la nostalgia imperial norteamericana para la Doctrina Monroe. Esta consideración puede ser un aspecto importante de la invitación a Brasil a participar en el Foro de APEC, de que no es miembro. Por otro lado, el razonamiento de la decisión del gobierno de Brasil de bloquear en la reciente cumbre de Kazan la asociación formal de Venezuela al grupo BRICS+, indica que la política exterior brasileña no respeta los principios de relaciones de igualdad entre naciones soberanas ni de la no intervención. El asesor del presidente Lula da Silva en materia de política exterior, Celso Amorim, ha hecho muy claro la inclinación de la política exterior de Brasil a priorizar más el G20 sobre el BRICS+, porque incluye los países occidentales.

Parece que la posición anti-democrática e injerencista asumido por Brasil contra la soberanía venezolana obedece la lógica del evidente trato de Lula da Silva con la élite del partido Democrata norteamericana. Al ver la estrecha afinidad entre Donald Trump en su primera presidencia con Jair Bolsanaro, es razonable deducir que la cúpula del partido Democrata estadounidense decidió respaldar a Lula y ayudarlo salir de la cárcel porque Lula fue el único posible candidato capaz de derrotar a Jair Bolsonaro en 2022, lo cual logró con un margen de victoria muy pequeña. Ahora, a pesar del contundente victoria electoral de Donald Trump, es probable que el presidente Lula da Silva continúe con su política exterior basada en la lógica de cubrir sus apuestas. Seguirá apaciguando a las élites norteamericanas mientras hace lo menos posible para promover el desarrollo de los BRICS+, de manera conveniente para las élites brasileñas.

En este contexto, quizás son relevantes las recientes declaraciones al Club Valdai en Rusia, del Presidente Valdimir Putin que pueden ser interpretadas como un mensaje bastante claro para gobernantes como el presidente Lula da Silva. El presidente Putin observó, “En el emergente mundo multipolar, no debería quedar ninguna nación o pueblo como perdedores o sintiéndose agraviados y humillados. Solo entonces podremos asegurar condiciones verdaderamente sostenibles para un desarrollo universal, equitativo y seguro. Sin duda, prevalece el deseo de cooperación e interacción, superando incluso las situaciones más agudas. Esto representa la corriente principal internacional: el curso troncal de los eventos.”

De todas maneras, si o no las autoridades brasileñas enderecen su política regional de una manera más sensata basado en la lógica expresada por el presidente Vladimir Putin, el proceso de la democratización de las relaciones internacionales sigue imparable. De hecho, Venezuela es un país clave para el desarrollo de las nuevas relaciones internacionales en marcha que ya se han ensayado con mucho éxito entre los pueblos hermanos del ALBA contra la feroz agresión imperialista y sus aliados regionales. Con su digna resistencia, Venezuela, Cuba y Nicaragua han demostrado la superioridad del modelo revolucionario soberano, solidario y socialista, fiel a la cultura y las tradiciones nacionales, sobre el modelo neoliberal, catastrófico para los pueblos, sea en su versión fascista en Argentina o su versión socialdemócrata en Brasil.

Así que ante la nueva presidencia de Donald Trump el reto principal para los países suramericanos aliados norteamericanos será de cómo equilibrar su condición subalterna política con el imperativo de tener buenas relaciones con China para poder sostener su desarrollo económico. Para México y las naciones centroamericanas y caribeñas, la nueva presidencia de Donald Trump que inicia en enero 2005 implica la agudización de otros puntos principales de la política exterior norteamericana, especialmente la migración. La presidenta Claudia Sheinbaum ha declarado en relación al nuevo gobierno norteamericano por venir, “No hay ningún motivo de preocupación para ningún mexicano. México es un país libre, siempre salemos adelante, somos independientes, soberanos, y va a haber buena relación con los Estados Unidos”.

Queda a ver si el optimismo de la presidenta Claudia Sheinbaum se justifique ante lo que probablemente sera una postura mucho más agresiva de parte de una administración de Donald Trump en relación a sus reclamos con México sobre el maíz genéticamente modificado, la migración, el narcotráfico y, por supuesto, sus relaciones con la República Popular China. Ahora se han calmado los recientes reclamos injerencistas de representantes norteamericanos sobre el tema de la reforma constitucional que introduce un proceso electoral para el sistema judicial en México. Sin embargo, es probable que se aumentará como medida de presión el interés de parte del venidero gobierno de Donald Trump de interferir en los asuntos internos méxicanos en perjuicio de las relaciones bilaterales porque dará protagonismo a Donald Trump en el teatro de la política doméstica norteamericana.

El tema más complejo para México y los países centroamericanos es la migración, ya que el mentiroso discurso racista de Donald Trump durante la campaña electoral fue central a su victoria sobre Kamala Harris. Como candidata Kamala Harris y el partido demócrata en general no tuvo el valor de defender el papel esencial de la migración para mantener a flote la economía norteamericana dado que la migración aumenta la productividad y genera ingresos tributarios. Se ha calculado que una deportación masiva de migrantes del tipo contemplado por Donald Trump haría caer el PIB norteamericano por entre 4% y 6%. Esta realidad va en contra de las absurdas mentiras de Donald Trump y sus seguidores que la migración solo trae a su país criminales y vividores.

Por supuesto, son las políticas migratorias norteamericanas cambiantes, insensatas y politizadas a nivel doméstico y las destructivas políticas exteriores de agresión y bloqueo que han provocado la llamada crisis migratoria que Donald Trump ha explotado tan cínicamente para sus fines electorales. En la política norteamericana el tema de la migración se relaciona también con el tema del narcotráfico y el crimen organizado lo cual los políticos norteamericanos tergiversan igual o peor que hacen con el tema de la migración. Las autoridades norteamericanas jamás enfrentan la realidad del problema del narcotráfico, la cual nuestro Presidente Comandante Daniel explicó de una vez en el 41 Aniversario del Ministerio del Interior, en octubre 2020 cuando observó:

“A Nicaragua entra muchísimo menos droga de la que entra a un Barrio de los Estados Unidos. ¿Y por qué ellos no detienen la entrada de esa droga? Sí son un poder, ¿por qué no la entregan? Porque están metidos en el tráfico de droga las Autoridades de ellos también, no todas, pero buena parte de las Autoridades de ellos están metidas en el tráfico de la droga, hacen negocios también. Por eso no se detiene la llegada de la droga a los Estados Unidos y nos afectan a todos los Centroamericanos, y a México, porque la droga viene del Sur y se seguirá produciendo mientras esté ese mercado ahí en los Estados Unidos….

“…se ha convertido en un gran negocio, porque en los Bancos norteamericanos hay grandes lavanderías de dinero también, y no juzgan a los Banqueros, simplemente les aplican una multa. Entonces, si ellos controlaran allá en los Estados Unidos la entrada de la droga; si acabaran con la corrupción que tienen en las entradas migratorias a los Estados Unidos, terrestres, aéreas, marítimas; si acabaran con la corrupción que tienen en sus Policías, en sus Instituciones, en sus Organismos de Inteligencia, en la DEA, en el FBI hay corrupción, ellos lo saben perfectamente bien.

“Entonces ya la droga no entraría a los Estados Unidos en la forma en que está entrando, bajaría totalmente entonces el movimiento de la droga, y por lo tanto bajaría la producción de la droga en Colombia, porque ya no sería negocio para los que producen la droga en Colombia, estarla produciendo si no hay Mercado. El gran Mercado está en los Estados Unidos, está en los Países Desarrollados, y es allá donde tienen que buscar cómo controlar. Nosotros aquí lo hacemos por Principios, por Convicción, y porque tenemos Instituciones comprometidas totalmente contra el Narcotráfico, contra el Crimen Organizado, contra el Terrorismo.”

En breve la elección del pasado 5 de noviembre en los Estados Unido norteamericanos fue otra expresión más de la esencial demencia de la sociedad norteamericana. Se presenta a la población eligible a votar una elección entre dos juegos de creencias falsas. Las y los candidatos presidenciales y sus equipos hacen todo lo posible para no hablar de la realidad. Mienten y engañan a la población estadounidense con uno u otro falso discurso racista, lleno de promesas que nunca se van a cumplir y de amenazas grandilocuentes que al realizarse harían daño a su propio país.

Diga lo que diga Donald Trump, los lineamientos principales de la política exterior norteamericana hacia América Latina y el Caribe prácticamente no han variado por más de setenta años por lo menos desde la fundación de la OEA en 1948. Y ahora los pueblos y gobiernos el mundo mayoritario percibe los Estados Unidos norteamericanos de una manera muy diferente, con menos miedo y mucho menos aceptación. El nuevo gobierno en Washington puede querer aplicar mayor presión a Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero nuestros países se han blindado en la medida posible por medio de las estrechas relaciones solidarias principalmente con la Federación Rusa y la República Popular China.

Y las relaciones se han diversificado muchísimo para incluir también a la India y lazos amistosos y fraternos con diversos poderes regionales como Irán, Turquía, Argelia, con otros países árabes y con diferentes países africanos y asiáticos. Puede ser que para el momento no varían mucho las relaciones tradicionales entre los norteamericanos y sus gobiernos subalternos en América Latina y el Caribe, pero para los pueblos que luchan por la soberanía a pesar de sus gobiernos serviles y para las naciones dignas que resisten la agresión imperalista, Cuba, Nicaragua y Venezuela, es como lo ha dicho la Vice Presidenta Compañera Rosario:

“Son aires de cambios los que movilizan hoy al Mundo. Y esos Cambios son hacia algo mejor, el Mundo Mejor. Atrás no vamos. Siempre Más Allá és la Consigna. Los aires de cambios son de los Pueblos, los estamos impulsando los Pueblos : Nuestra Dignidad, nuestro Derecho a la Libertad. Los Pueblos somos los que luchamos y los que sabemos que el Mundo Nuevo és nuestro, que el Porvenir nos pertenece, que las Victorias, entre las Luchas que continúan, son absolutamente Ciertas.”