Vuela alto y a la eternidad El Guadalupano, voz y alma de la Revolución

Pablo Martínez 'El Guadalupano' se recupera en su hogar
Foto: Pablo Martínez 'El Guadalupano' se recupera en su hogar/TN8

Nicaragua despide a Pablo Martínez Téllez, conocido por todos como El Guadalupano, quien falleció a sus 78 años, dejando una huella indeleble en el canto y la resistencia nicaragüense.

Su vida se entrelazó con la historia misma de la Revolución Sandinista, la cual defendió con devoción y lealtad. Desde sus inicios humildes en el barrio Guadalupe de León, Martínez Téllez fue un defensor incansable de la paz y del pueblo. Cantó a la patria con la autenticidad de quien conoce las raíces profundas de su tierra; logrando que sus canciones traspasaran fronteras.

El Guadalupano, compositor del icónico «Canto de meditación» o «Canto de los pájaros», es recordado no solo por su música, sino por su compromiso social.

Fue amigo y compañero del Comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo, quienes siempre vieron en él una representación fiel de los valores de la Revolución. A lo largo de su carrera, compuso más de 700 canciones que resonaron en todo el país y en la conciencia de quienes luchan por un mundo más justo.

Foto: Recuerdan a héroes de León y condecoran a El Guadalupano
Foto: Recuerdan a héroes de León y condecoran a El Guadalupano

Recuerdo imborrable de El Guadalupano

Entre sus temas más queridos están «El niquinohomeño«, un canto dedicado al General Sandino, y «Solo el sandinismo no más», reflejo de su inquebrantable lealtad a los ideales de libertad y soberanía.

Sus letras, cargadas de amor a la patria y respeto por la naturaleza, le ganaron un lugar en la memoria cultural de Nicaragua. Su obra Misa Campesina Nicaragüense, grabada junto a la Orquesta Sinfónica de Londres y artistas de renombre internacional, lo elevó a un reconocimiento global.

Este año, la Asamblea Nacional rindió homenaje a su trayectoria otorgándole la Orden General José Dolores Estrada Batalla de San Jacinto en grado Gran Cruz, una distinción merecida para un hombre que vivió al servicio de la cultura y la justicia social. Su legado se mantendrá vivo; no solo en sus canciones, sino en el corazón de quienes creen en una Nicaragua digna y libre.

¡Que viva El Guadalupano, voz eterna del pueblo!