Articulo de opinión
El pueblo hermano de Nicaragua se apresta a este 19 de julio a conmemorar y a festejar el 45 aniversario del triunfo de la Revolución popular juvenil sandinista y vaya que se parece a la proclama de Máximo Jerez, El general del ejército democrático que el 8 de mayo de 1854, desde Chinandega, protector de la libertad de Nicaragua hizo la proclama a declarar que el poder público ya no sería usurpado y se podrían restituir al pueblo nicaragüense, sus derechos siempre ultrajados, y verlo como lo ha sido siempre: un indiscutible país soberano.
Cientos de delegaciones de muchas partes del mundo, están arribando a territorio nicaragüense para respaldar a un pueblo que ha sido noticia mundial, por poner orden de la manera más libre y conveniente, para que la vida, el honor y la propiedad de todos los habitantes y transeúntes pacíficos, sean respetados y protegidos por un estado que es heredero de las más puras proclamas difundidas por el heroísmo de los mártires de la revolución de 1979.
De verdad que es un colorido y una manifestación del júbilo de los diversos sectores de la comunidad nicaragüense, la que goza de los mismos derechos y garantías, de los cuales el estado ha proporcionado como fruto de haber sacrificado el interés particular, sin entregar a su patria al yugo dominante de los extranjeros estadounidenses, por lo cual, las discordias civiles se fueron a la ruina y la experiencia enseñó a que todos los hombres y mujeres de esta patria de Sandino, jamás abandonan sus ideales y siempre se dirigen hacia un futuro refulgente.
La delegación mexicana estará compuesta por diferentes organismos y representantes de los diversos sectores industriales, intelectuales, artísticos y periodísticos, para poder tener la crónica precisa de la autenticidad que tienen las autoridades junto a su pueblo, para seguir con esa ruta deseosa de poner remedio a los graves males que enfrenta el neoliberalismo, e implantar una patria socialista como una fuerza beligerante y la cual firma en el presente y hacia el futuro, el cese de la guerra interna y la nota de nuevos tratados que llevan a la paz y al progreso de los sectores todos de la ciudadanía nicaragüense.
La atención mundial no deja de manifestar o el encono o el orgullo por tan magnífica fecha de 45 años de haber sorprendido a la buena a los pueblos de la tierra, del fin de la dictadura somocista que manchaba la imagen de una patria que siempre quiso asumir las altísimas responsabilidades frente a una realidad lacerante, donde las ciudades estaban devastadas por el hambre, el desempleo, las cárceles, los cementerios clandestinos, la pobreza en toda su extensión.
Hoy Nicaragua se erige como uno de los países de la región con mejor pujanza económica y cultural y da un fallo sin taxativas: legitima la fiesta, la conmemoración, el recuerdo y el refrendo de una época única en su historia y que fue el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional y de los más diversos sectores que apoyaron esa fuerza beligerante.
A una semana de conmemorar y celebrar ese triunfo, los ánimos acreditan lealtad y manifiestos, cantos y bailes, y lo más fundamental: el poder de la justicia en manos de un pueblo que se erige como un tribunal popular, con la anuencia de la historia latinoamericana y la justicia humana, sin parangón en los anales de las luchas populares, que se hacen sonar a un pie y un paso de la victoria.